El Monaguillo, alter ego del humorista andaluz Sergio Fernández.

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La infancia, como escribió Rilke, es la auténtica patria del hombre. Es el frondoso vergel al que regresamos en los momentos de flaqueza, quizá para refugiarnos de un presente que nos supera, o por el simple placer de evocar lo irrecuperable. Ya ven que para muchos aquellos días de walkmans y pipas encarnan el ideal de felicidad. Precisamente a sus recuerdos de chico se aferra Sergio Fernández El Monaguillo para armar Efectivi-Wonder, un show en el que contrasta su infancia con la de los chavales de hoy, la generación que ha nacido con un smartphone en la mano y no sabe ni sonarse los mocos sin usar una aplicación. Trui Teatre acoge su propuesta este domingo a partir de las 19.00, dentro del programa del FesJajá.

Su espectáculo parece reafirmar las palabras del Premio Nobel George Bernard Shaw, quien sostenía que ‘No dejamos de jugar cuando envejecemos, envejecemos cuando dejamos de jugar’…
Eso es, lo que intento es recuperar los ‘80 con un show que compara la infancia de un niño de hoy con la mía de hace cuarenta años. Son tan diferentes…

¿Es la infancia nuestra verdadera patria?
Sí, la infancia repercute en como va a ser uno de mayor, para bien o para mal. El espectáculo es un homenaje a la infancia, el mejor momento de la vida.

Pensamos que al hacernos mayores la vida tiende a simplificarse, sin embargo la realidad es que nos invade el estrés, el desconcierto y una cierta sensación de desgobierno, algo de eso hay en su monólogo...
Así es, cuando eres niño tu cabeza está libre de cosas, eres más libre al pensar, es todo más fácil.

Apuesto a que empezó a hablar antes que a andar...
Yo creo que aprendí a la vez, lo que está claro es que hasta hoy no he parado de hablar y de caminar.

Hay cómicos que son muy grises fuera del escenario. Usted no lo parece…
No, soy muy extrovertido... la verdad es que soy tal cual. Hay cómicos que quieren hacer pensar a la gente con sus shows, mientas que yo voy a divertir sin más. Lo que haré en Mallorca es exactamente lo mismo que hacía con mis amigos hace 30 años gratis.

¿Cómo definiría su sello humorístico?
Me nutro de lo que me ha rodeado toda la vida: el costumbrismo y luego le doy forma gracias al talento que me ha dado la vida para expresarme.

Facu Díaz asegura que España tiene un problema con la libertad de expresión, ¿comparte su desánimo?
Sí, aunque creo que no es que tengamos un problema, es que lo hemos creado nosotros mismos en el momento en el que te empiezas a autocensurar. Actualmente hay movimientos de gente que se siente ofendida por todo. Hoy si dices que Paul McCartney tiene las orejas como cachopos habrá alguien que salte.

¿Qué es para usted lo políticamente incorrecto?
No hay que confundir lo políticamente incorrecto con lo moralmente incorrecto. Políticamente incorrecto es el Rey Emérito y Bárbara Rey, mientras que lo moralmente incorrecto sería hacer un chiste sobre alguien que sufre por un problema.

¿Se autocensura a la hora de escribir un monólogo?
Escribo todas las semanas para El Hormiguero y mis tertulias y no borro ningún chiste. Si uno no me convence le digo a mis compis ‘¿qué os parece este chiste?’; aunque es verdad que el otro día me dijeron ‘no te metas en ese charco Monaguillo’ y ese se quedó en el tintero.

¿Prueba sus textos con alguien antes de presentarlos?
No, salto al ruedo directamente. Así llevo 25 años.

¿Es como Bill Burr que de su vida privada solo habla sobre el escenario?
La verdad es que en el escenario es donde interesa mi vida privada, pero explico la del Monaguillo, porque la vida privada de Sergio Fernández no es nada interesante.

¿La fama está idealizada?
Sí, totalmente, desde que te das cuenta de que todo sería de puta madre si uno pudiera llenar teatros y estár en el mejor programa de la tele y al salir a la calle fuera una persona anónima. Aunque hay artistas que se meten en esto para ser famosos, yo me considero un obrero del entretenimiento. La fama es un engaño.

¿Tenia razón Leo Harlem al afirmar que un aburrido y un tonto son lo mismo?
Leo siempre tiene razón, yo no se la voy a quitar. Pero bueno, creo que es la misma cosa, sí.

¿El día que la Inteligencia Artificial escriba los chascarrillos esta sociedad se irá al carajo?
Yo espero que no pueda conmigo. Además, creo que a la Inteligencia Artificial no le han metido los datos suficientes de los ‘70 y los ‘80; no creo que sepa que de niño íbamos en el coche con nuestro padre sin cinturón y fumando, con la telilla del techo descolgada y a toda leche. Y encima cuando te cruzabas con la polícia te saludaban.