Maijo Mora, poeta y activista, ha presentado este viernes en Ínsula Literària su libro 'Vértices'. | Jaume Morey

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En 2011, la artista, poeta y activista Maijo Mora fue diagnosticada como paciente de cáncer de mama bilateral triple negativo con el oncogén BRCA1. Desde entonces, Mora ha tenido que convivir con múltiples efectos secundarios, físicos y mentales, un proceso que ha plasmado en Vértices (Cuadrante Editorial), un libro híbrido que entremezcla poemas con su diario personal, articulándolo además a través del diálogo con activista Anne Boyer, Premio Pulitzer de Ensayo 2020. Sobre esta obra ha hablado este viernes por la tarde con Martha Zein en Ínsula Literària (Palma).

«Como decía Audre Lorde, hay que hablar de lo innombrable para poder hablar de ello. Cuento mi experiencia personal, pero a la vez es una historia muy universal. En mi caso, afortunadamente hay muchas artistas feministas que han volcado su arte en compartir sus procesos, ayudándome así a mí, y a otras mujeres, a contextualizar mi historia, a romper tabúes», celebra la autora, que considera Mallorca como su «segunda casa».

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Y es que, según Mora, hay «una gran red de mujeres artistas que han hablado de los procesos de cáncer, como la propia Boyer, Eva Rodríguez, Anna Halprin, Sandra Monroy y un largo etcétera. Por eso mi libro es también una vivencia personal, porque tres de cada diez mujeres vamos a padecer cáncer de mama y este tipo de obras nos ayudan a entendernos». De hecho, la autora va más allá y destina las ganancias obtenidas por la venta de Vértices a la plataforma de mujeres artistas oncológicas Intra-Venus.

Por otra parte, denuncia que «como paciente de cáncer he sufrido muchas carencias y, sobre todo, violencia estética en cuanto a la reconstrucción de mama». «Cuando expliqué a mis cirujanos plásticos que no quería reconstruirme los senos no daban crédito. Hay mucha violencia estética por parte del patriarcado en este ámbito, porque muchas veces ni se da a la paciente la elección. Una mujer que no se haya reconstruido los pechos puede ser igualmente hermosa y sensual», cuenta. «Con Vértices quiero abrazar a las otras pacientes, pero también a las personas que las cuidan. Quiero que entiendan que no están solas, que hay una forma de abrazarnos dentro de la enfermedad, con sororidad y resiliencia. Para mí el arte es sanador. De hecho, mi primer disco, Elektrosía, contiene poemas que hablan también de los efectos secundarios del cáncer».

Otra violencia con la que tiene que lidiar, lamenta, es con la que hace referencia al lenguaje. «Cuántas veces los medios de comunicación no se han referido a batallas y guerras. Cuando te diagnostican, tu energía no es mayor ni peor junto a mujeres que no han sobrevivido; esas mujeres también lo dieron todo en las sesiones de quimioterapia. Hablar de ese modo es como quitarles valor a su vida», avisa. Así pues, suscribe lo dicho por Boyler: «He sobrevivido, sin embargo, el régimen ideológico del cáncer implica que llamarme una superviviente siga pareciendo una traición a las vivas».

Sin ánimo de caer en esas trampas del lenguaje, Mora confiesa que sí ha aprendido ciertas cosas a raíz de su proceso de sanación. «Soy más resiliente, he aprendido a aceptar que el presente es más importante que el futuro, porque el futuro siempre guarda demasiadas expectativas; genera tensión y miedo. Ya he aprendido a vivir con esto, sobre todo en los últimos años, en los que he hablado más de mi enfermedad y he abrazado mi parte activista», explica.