Una de las piezas que se pueden ver en la exposición, en Es Baluard Museu, en Palma. | Jaume Morey

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Existen historias silenciadas sobre las que debemos poner el acento. Una de esas es la del sida, la de aquellas batallas que pelearon activistas en los momentos más duros de la pandemia. Para hablar de ello y generar debate está Jesús Alcaide, el comisario que ideó la exposición que se puede ver durante estos días y hasta el 1 de enero en Es Baluard, SIDA, una historia silenciada en el contexto balear.
El proyecto nació por invitación de la anterior dirección del espacio, que le encargó a Alcaide una investigación sobre el impacto de la crisis del sida en el contexto balear a partir de diferentes puntos de vista que pasaran por lo artístico, pero también por lo social. Estos dos bloques temáticos son los que componen la muestra. En la parte artística participan creadores como Joan Morey, Pepe Miralles, Pepe Espaliú o Gori Mora. Cada uno le sirve a Alcaide para introducir un tema que tiene que ver con la infección o la enfermedad; desde Tour de forcé, obra que ganó el Premio Ciutat de Barcelona, de Morey, a las piezas de Mora que expresan de una manera velada el miedo al contacto por el virus. En este apartado también se pueden ver pequeñas piezas de Costus y de José Pérez Ocaña que enmarcan el discurso y sirven de punto de partida de la muestra.

El comisario realizó una residencia de investigación en la isla para construir un mapa de referencias, pese a que desde el primer momento tenía claro la obra con la que quería contar. «Enseguida pensé en el álbum musical de Peor Impossible, un grupo de la Isla en el que actuaban gente como Toni Socias o Fernando Estrella, que es una de las primeras referencias al sida en el estado español», detalla el comisario, cuyo interés era generar un discurso híbrido, ya que afirma que «solo el arte no es suficiente, sin la ayuda de entidades como Alas o Siloé no habría salido adelante el proyecto», sentencia.

En este segundo apartado, más social, destacan las imágenes de acciones pero también las pancartas y objetos que ponen sobre la mesa las estrategias que estas entidades hacían servir para reivindicar su necesidad de ser escuchadas. «Aparte de todo ese material también me serví de películas como El Mar de Villaronga, y de libros como Tallats de lluna, de Maria Antònia Oliver. También usé libros más actuales como los de Camila Sosa Villada y Pol Guash. Es un relato coral y colectivo», detalla Alcaide, a la vez que añade que «no se trata tanto de una historia silenciada como susurrada. Es difícil que se hable de ella, la gente que vive con VIH sigue sufriendo el estigma y el tabú».

La muestra ahonda en los referentes internacionales que tuvieron un impacto en la isla, agitando conciencias sobre el virus a todos los niveles. «La muerte de Rock Hudson es un acontecimiento importantísimo para la historia del sida. A través de la prensa recogemos ese relato, que convive junto a elementos más locales para realizar una gran foto fija de la historia de la visibilidad y de la invisibilidad del virus», señala el comisario.

Algunas de las manifestaciones de entidades también consiguieron un eco internacional, como las llevadas a cabo por ACT UP en las grandes ciudades europeas y cuya memoria quedó en las entidades activistas. «Es cierto que la calle se ha desocupado. Ahora no se lanzan globos llenos de sangre para obligar a pensar en el sida. El activismo, al menos en España, se da de otra manera», destaca Alcaide, a la vez que incide en que «para mí, un museo es una herramienta crítica. Es una escuela. Debe ser un espacio que eduque, por eso es necesario que el activismo entre en esos lugares», concluye el comisario.