En una entrevista, Bob Dylan apuntaba lacónicamente que ya nadie necesita un nuevo disco de los grandes veteranos. Pero incluso las viejas luminarias necesitan seguir haciendo discos para sentirse vivos. Bien lo saben nuestros protagonistas, que siguen aumentando su cuenta creativa impulsados por el cosquilleo romántico, de ahí nace un álbum con ocho sorprendentes cortes que rehuyen su sonoridad clásica. En Ànima, Sopa de Cabra recoge una lucha de contrastes melódicos que se debaten entre texturas acústicas e intimistas, enfrentadas con otras en las que fluye esa energía primitiva de banda de garaje. Estos temas cantados al alimón con artistas como Beth, Triquell, Santi Balmes y Clara Peya, entre otros, sonarán el 1 de marzo en el Auditòrium de Palma.
Tras cinco años sin material inédito, ¿había muchas cosas por explicar?
-Josep Thió: Los artistas cuando se hacen mayores ralentizan el ritmo creativo pero en este tiempo no hemos estado parados.
-Gerard Quintana: Bueno... The Cure ha sacado un disco después de 13 años, así que si lo piensas nosotros no hemos tardado tanto. Como dice Josep, en estos años no hemos tenido la sensación de parón creativo.
Basta escuchar el disco para constatar que los colaboradores se han implicado en su creación, y sin embargo sigue sonando muy Sopa de Cabra…
-JT: Creo que cualquier cosa que cante Gerard suena a Sopa de Cabra (risas).
-GQ: De alguna forma buscábamos ese eclecticismo porque el juego era proponer al invitado implicarse en el proceso.
Este me parece un disco liberador en el que han exorcizado sus inquietudes, como un borrón y cuenta nueva. ¿No tienen la sensación de ‘volver a la caseta de inicio’?
-JT: Dicen que al hacerte mayor tiendes a ser más infantil, así que yo ahora estoy en plena adolescencia (risas), con lo cual sí que hay algo de esa incertidumbre que tienen los adolescentes.
-GQ: Sí que hay un punto de ‘casilla de inicio’ en el sentido de que hemos cambiado las normas y abierto los mecanismos de composición.
El tratamiento lírico de Sopa de Cabra, con un trasfondo entre filosófico y poético, se hace más latente en Ànima...
-GQ: Durante el proceso creativo cambio constantemente cada canción, necesito esa atmósfera, trasladar mis dudas al estudio de grabación. A veces estamos a punto de grabar y aun estoy retocando una canción.
Han concebido ocho canciones con vida propia que generan diferentes estados de ánimo. Creo que ese es el efecto más complejo y mágico que puede conseguir la música.
-JT: La música es un lenguaje emocional que nos afecta muy profundamente. Al acabar el disco tuve la sensación de que habíamos hecho uno de nuestros mejores trabajos.
Ànima propone un sonido con diferentes pliegues, confirmando que son una banda que rehuye de los cliches ‘stonianos’ que siempre les colgaron…
-GQ: Exacto, y justamente de los Rolling Stones los discos que más me gustan son los más eclécticos.
-JT: Hay grupos que se esfuerzan para tener una lírica reconocible y yo siempre he pasado de esto, mi búsqueda musical es la de la emoción.
Otro dato evidente se que han ralentizado el ritmo de las composiciones, ¿madurez y rock and roll no casan bien?
-GQ: Cuando comienzas y eres una banda de calle como nosotros lo que mejor te funciona son los tempos más acelerados, pero con los años tienes ‘menos prisa’.
¿Sienten que estas colaboraciones les han hecho llegar a otras audiencias?
-JT: Para mí ha sido una bendición, deseaba hacer una colaboración y nos lo han puesto en bandeja, he disfrutado mucho.
Hagamos balance de su trayectoria: ¿Cuáles eran sus impulsos creativos con veinte años y cuáles son ahora?
-GQ: Al principio buscas ser aceptado, ser parte de algo. Fuimos parte de la etiqueta del rock, pero con el tiempo pesan más otras cosas, aunque siempre hemos tenido ese ánimo de trascender.
Dylan decía que en las giras de tanta gente que lo rodeaba no veía a nadie, ¿han experimentado esa sensación de éxito y soledad?
-GQ: Sí, seguro. Cuando las cosas iban muy deprisa y estábamos descubriendo la industria musical tuvimos unos años en los que pasamos de salas pequeñas a llenar recintos de 90.000 personas con mucha presión y a veces te pasaba algo similar a lo que cuenta Dylan.
¿Por qué el rock ya no ocupa ese lugar central en la cultura?, ¿a perdido su energía subversiva?
-JT: Se van descubriendo nuevas formas de seguir cantando y hay cosas que se quedan atrás, hoy el rock clásico tiene un componente folclórico de otra generación. El reto sería tratar de reinventar el rock.
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