Alex Fito posa con su nuevo cómic, ‘El invasor’. | Jaume Morey

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¿Quién no conoce la historia de E.T., el extraterrestre de Spielberg o la más reciente Lilo & Stitch? Ambas tienen en común una historia entrañable entre un ser de origen desconocido y un humano. Un leitmotiv que ahora recupera, aunque no sea de forma intencionada y consciente, el dibujante Alex Fito, que regresa al panorama editorial después de casi una década. «Es una versión particular de este clásico del mundo de las historias infantiles, aunque no tiene nada que ver con estas porque mi cómic es bastante diferente», puntualiza sobre El invasor, que publica el sello barcelonés Mamut –también en catalán– y que próximamente presentará en formato taller en la librería Drac Màgic de Palma, tras hacerlo hace unos días en Gotham.

El punto de partida, detalla Fito, es la llegada de un alienígena dispuesto a conquistar el mundo, una misión que se toma tranquilamente, «como si fuera lo más normal del mundo». Sin embargo, lo que tenía que ser una tarea muy sencilla se acaba complicando por momentos y «todo se va al garete». «Una niña acaba acogiéndolo pensando que es una mascota, porque no tiene muy claro qué tipo de criatura es. Lógicamente, lo adopta a escondidas de su madre, quien rechaza por completo la idea de tener perros o gatos en casa», añade.

«Es a raíz del problema de comunicación que surge la historia, pues no pueden hablar y ella intenta averiguar cómo hacerlo a través de unos amigos», matiza. En paralelo, avanza el autor, irrumpe en escena «un científico loco que quiere hacerse con la criatura y que vive rodeado de una especie de monstruos que él mismo ha creado». «Todo termina en una suerte de combate monumental para saber qué tipo de ser es el extraterrestre que ha llegado. Al final, se hacen amigos, pero el marciano quiere regresar a su casa con su familia y sugiere a las criaturas del científico que también se marchen a su planeta, donde no tendrán que vivir escondidos por no ser como los demás», matiza. De ahí se desprende un mensaje de tolerancia a favor de la diversidad y la aceptación. Con todo, Fito insiste en que su principal objetivo «era crear un cómic divertido, sin ánimo de dar lecciones. Quiero que los niños se lo pasen bien, se rían y ya está».