La melancolía asoma por sus nuevas canciones, que transcurren en un submundo apesadumbrado. Aunque en las antípodas de los personajes vapuleados por la vida que viven en la garganta de Tom Waits, retratos de prostitutas y moteles sombríos empapados en alcohol. La aflicción de Miki Serra es distinta, su radiografía del perdedor se queda en una fotografía esporádica, transitoria, ocasional. Porque las penas que afligen a sus personajes son más ligeras y llevaderas, siempre están al borde de la redención. Su ‘noche oscura del alma’ muere con los primeros rayos del alba, entre otras cosas porque tiene un trasfondo positivo, imaginativo y decidido a salir adelante. Pueden comprobarlo en Manual de supervivencia (Espora Records, 2024), su nuevo trabajo tras un largo silencio editorial. Once cortes bañados en cierto aire vodevilesco, en los que el mallorquín le canta a la desesperanza con la voluntad de seguir disfrutando de la fiesta.
¿Cuál es el punto de partida de Manual de supervivencia?
—Después de unos años de sequía compositiva, las canciones empezaron a fluir una tras otra sin parar. Yo le doy la culpa a los problemas de salud que tuvo mi hijo, que hizo que me olvidara de todo lo demás, de las cosas que antes me preocupaban y que de repente dejaron de ser importantes. Supongo que sin tanto ruido algo cogió forma dentro de mí y salió en forma de canciones.
¿Ha tenido que diseñar su propio ‘decálogo de supervivencia’ para afrontar los momentos difíciles?
—Supongo que nada nuevo. Intento mirarme desde fuera y ser comprensivo conmigo mismo, no castigarme demasiado por mis errores, mis metidas de pata y mis defectos. También tengo mucha fuerza de voluntad para intentar mejorar, aunque no sé hasta que punto eso sirve de algo.
Pese a la imagen que desprende el título del disco, lo cierto es que las canciones están bañadas en esperanza y positivismo…
—Creo que tiene razón pues siento que al sacar todo lo que llevaba dentro he empezado una nueva etapa en mi vida, más positiva. Este positivismo se debe notar en las canciones porque las compuse al principio de esta nueva etapa.
¿Qué bandas o artistas han influenciado directa o indirectamente sus nuevas canciones?
—Los que me han podido influir son los que más he escuchado en la época en que componía las canciones: Hot Hot Heat, Amy Winehouse y su enemiga Lily Allen, Él mató a un policía motorizado, Rosalía, Da Souza, Antònia Font y Pau Vallvé.
¿En qué tema del repertorio se reconoce más?
—Te digo alguna de las canciones que más he escuchado de estos grupos. De Hot Hot Heat Goddess on a prairie y Let me in; de Amy Winehouse Back to black; de Lily Allen Smile; de El mató a un policía motorizado Más o menos bien, que me parece una letra muy original; de Rosalía Saoko; de Da Souza Metres per segon; de Antònia Font me hace mucha gracia Caramel·let, y de Pau Vallvé Un gran riu de fang.
¿’Desnudarse’ en las canciones no le hace sentirse demasiado expuesto?
—No pienso demasiado en ello, aunque soy consciente de que a veces muestro partes de mí que no me gustan como miedos, inseguridades o rencores. También sé que eso no vende tanto pues creo que la mayoría solemos buscar música de buen rollo que nos haga más fácil llevar el día a día.
Decía un filósofo que la música es una de las claves de la felicidad, ¿también porque nos permite olvidar?
—Eso creo yo, y ya cuando cantas las canciones mientras suenan, más todavía. Y si es en el coche aun mejor. Además, a mí el componer canciones me ayuda a ser más consciente de mis sentimientos y eso lo utilizo para pasar página de situaciones que no me gustan.
¿Cuál ha sido la mayor alegría y decepción de su carrera?
—La mayor decepción prefiero no decirla pero, mirando atrás, mi mayor alegría y mi orgullo es haber podido tocar con los pedazo de músicos con los que he tocado. No voy a nombrarlos porque no quiero dejarme ninguno, pero siempre fui yo el que los buscó y les pidió para tocar juntos y es un honor para mí que aceptaran.
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