Foto de familia con los premiados y las autoridades políticas en el Principal de Palma. | Teresa Ayuga

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La noche de este lunes pareció una de segundas veces en el Teatre Principal de Palma. Fue la segunda vez seguida que una gala de los Ciutat de Palma se llevaba a cabo con la alcaldía y la presidencia del Govern en manos del PP; se repite el caso en la no polémica presencia del castellano en estos galardones a los que regresaron el año pasado por decisión, precisamente, de los populares; y hasta Xanguito, Joan Dausà y Jaime Anglada tocaban en Palma por segunda vez en menos de 24 horas en lo que parecía una especie de re-revetla de Sant Sebastià. Incluso algunos premiados repetían. Un espejismo de déjà vu que solo se vio roto por alguna sorpresa musical.

Lo que no se repitió como el año pasado fue la participación en los premios. Los Ciutat de Palma, cuyo prestigio es por todos alabado y avalado, han sufrido un importante ‘bajón’ pasando de 2.628 propuestas en 2024 a las 1.728 de este. El descenso es, curiosamente, en las categorías literarias, sobre todo en la de castellano que ha pasado de 647 novelas presentadas en 2023 (entregadas en 2024) a las 227 de este, y en poesía, que de la estratosférica cifra de 943 pasa ahora a 410. En catalán, por su parte, la novela se mantiene casi igual (de 43 a 42), mientras que poesía también sufre: de 119 a 52. El resto de categorías mantiene números similares con alguna subida.

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Xanguito repitió en menos de 24 horas actuando en Palma.

De hecho, en su discurso final, el alcalde de Palma, Jaime Martínez, habló del «buen momento» de los Ciutat de Palma y sacó pecho del aumento y buen seguimiento de varias de las categorías, aunque sin mencionar las literarias.

El alcalde, que hizo patente la voluntad firme de su equipo de gobierno por aspirar a la capital cultural en 2031 de Palma, presidió una comitiva política en la que estuvieron autoridades como la presidenta Marga Prohens; el president del Consell, Llorenç Galmés; la vicepresidenta del Consell, Antònia Roca; o el president del Parlament, Gabriel Le Senne, entre otros.

Por otro lado, en Cort eran conscientes de que el dinamismo no es lo más característico de estos premios, y el Ajuntament tomó nota y puso toda la carne en el asador para que al menos la gala fuera entretenida. Los presentadores Xisco Nadal y Sílvia Pol condujeron vistosamente el acto con las píldoras humorísticas del cómico catalán Xavier Deltell, que amenizó la velada con sus no pocas apariciones.

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De hecho, durante la primera media hora parecía más un show de variedades que una gala de premios ya que el primero de todos llegó pasados los 30 minutos y tras un par de actuaciones, incluida la inesperada de India Martínez junto a Marta Elka.

Javier Bonet, concejal de Cultura, también habló en esa primera parte de la ceremonia y su discurso fue una exaltación de la ciudad y su atractivo cultural. Sirvió como pretexto para dar importancia a la candidatura de Palma como capital cultural en 2031 y, tras su paseo retórico por Ciutat, llegaron, por fin, los protagonistas. Y es que lo de anoche fue una entrega de premios y está bien que a veces las cosas sean solo lo que tienen que ser.

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Joan Moragues, ganador del Premi Llorenç Villalonga de Novel·la en Català.

Debía temer el alcalde precisamente que la gala se convirtiera en un mal trago por las incómodas polémicas que acompañan al tema de la lengua, siempre presente, pero no fue así. De hecho, solo hubo una reivindicación evidente sobre el catalán y se hizo de rogar. Fue en el último de los premiados, el de Joan Moragues como ganador del Llorenç Villalonga de Novel·la en Català, que defendió que «viendo nuestra situación, deberíamos olvidar argumentos como la inclusión y deberíamos preservar nuestra identidad» en alusión a unos premios solo en catalán.

Destacable

Fue destacada también la aceptación de Rocío Vidal, ganadora del premio de Còmic por su obra Gorda: el camino está lleno de curvas, al dedicar su reconocimiento «a las gordas que estuvimos, están y estarán» y aventurar que «seguiremos siendo retratadas en cuadros, en arcilla, dando las campanadas y dibujando cómics».

Al final, como manda la tradición, sonó La Balanguera, cantada por Diana Navarro, y todo el mundo se puso en pie en momentánea unión bajo el mismo himno. Concluía así una gala más dinámica que de costumbre y en la que si hubo un hilo conductor fue precisamente el de destacar Palma como un espacio que inspira y en el que se crea. Como un lugar donde arte, cultura y reflexión tienen cabida.