DEBATE

Juan José Lahuerta cuestiona los límites de la creación y la dicotomía obra de arte-artista

El profesor y arquitecto ha participado este miércoles en una charla del ciclo ‘Sa Nostra Conversa’ en Can Tàpera

El profesor y arquitecto participó ayer en una charla del ciclo ‘Sa Nostra Conversa’ en Can Tàpera. | Alejandro Sepúlveda

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El ciclo de conferencias Sa Nostra Conversa ha echado a andar este miércoles desde Can Tàpera con el debate que han mantenido Juan José Lahuerta y Carolina García Estévez. Lahuerta, arquitecto y profesor de Historia del Arte y Arquitectutra y jefe de colecciones del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) entre 2013 y 2016, entre otras cosas, atendió por la mañana a Ultima Hora para avanzar algunas de las temáticas que luego serían debatidas en la charla bajo el título de Al límit de l’art.

Como haría cualquier buen filósofo, lo primero que ha hecho Lahuerta es acotar qué entiende por arte: «Hablamos probablemente del que viene del romanticismo, que hace que sea una cosa excelsa», una concepción que hace que algunas personas, «los artistas», parezcan «tocados por la divinidad». El problema de esta concepción, tal y como detalla Lahuerta, es que «la proyectamos hacia atrás» incluso hasta las pinturas rupestres, «transmitiendo esta idea romántica a la Antigüedad».

Sobre el título mismo de la charla, que hace referencia a los límites del arte, Lahuerta pone en duda su existencia o, al menos, ignora saber «qué son» esos límites. «El arte es político siempre, tiene una función, normalmente simbólica e ideológica, que siempre está ligado al poder y a veces es el rostro mismo del poder». Y es que «el artista, aunque se lo venda como un agente de libertad, trabaja para alguien y ese alguien suele ser poderoso». Por ello, «los límites del arte acabaría entendiéndolos como algo mucho menos maravilloso», haciendo referencia a una concepción mucho más prosaica de los mismos.

La relación, inseparable aunque a veces tensa, entre técnica y creación es otra de las temáticas que se trataron por la tarde en Can Tàpera, y por ello le preguntamos a Lahuerta si existe algo así como una creación pura, a lo que no puede mostrarse más tajante: «No hay nada puro y en el arte menos todavía», zanja el arquitecto. «El arte siempre se da en un contexto y este suele ser el de la construcción simbólica del poder», insiste Lahuerta, por lo que «no hay nadie que trabaje fuera del mundo por mucho que el artista construya su imagen a través de recibir una inspiración, pero no hay ninguna posibilidad de escapar del mundo en que la obra se crea».

Por lo tanto, la dicotomía entre artista y obra de arte es más bien artificial. «Miguel Ángel se presenta él mismo como la obra de arte y la suya y otras figuras, como la de Caravaggio, sirven para construir la imagen de que la más importante obra de un artista es su propia vida como artista». Por lo tanto, se deduce de ello que «no hay distinción», lo que pasa que hablar de «si un artista fascista puede hacer obras que nos interesen es mezclar cosas distintas».

Pone para ilustrar esto Lahuerta el ejemplo de cuando la Iglesia debatió sobre si la efectividad de los sacramentos estaba determinada por los propios sacramentos o por la persona que los administraba. «Hay ahí una hipocresía muy considerable», valora el experto que añade que «la efectividad del arte queda al margen de quien lo hace» del mismo modo que el «arquitecto fascista Terragni no es a ratos arquitecto y a ratos fascista».

Catastrofismo

Y aunque la técnica y el arte siempre han ido de la mano, ¿por qué cree Lahuerta que hay voces tan catastrofistas ante ciertos avances técnicos que pondrían en peligro el arte tal y como lo conocemos? «Creo que las visiones catastrofistas son las que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor y son visiones ignorantes» y añade que aunque «ahora nos puede parecer anecdótico», en la segunda mitad del siglo XIX el avance popular de la fotografía hizo que «muchos artistas que hacían retratos se quedaran sin trabajo y había revistas especializadas que pedían acabar con la fotografía, pero ¿quién podría decir hoy que no es un arte?», interroga Lahuerta.

Por último, tratamos el tema de la censura, «muy importante y que ha existido siempre». Habla de que «ahora la hay y mucha y los museos ejercen un papel ya que cada vez se legitima más la obra de un artista en ellos y no en el mundo de las galerías». Y es que hay que tener en cuenta, tal y como indica Lahuerta, que «el mundo del arte es un jardín muy cerrado y ocupa espacios de privilegios y de lujo, y no es lo más habitual que nadie se escandalice por la censura que haya sufrido un artista».