El tándem formado por Inma de Benito y Aurelio Vázquez parece entregar la Federación Hotelera a Bauzá. | Teresa Ayuga

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La semana pasada hubo un solemne acto turístico-político en el hotel Barceló Albatros de Illetas. José Ramón Bauzá anunció que el Plan Integral Turístico continuará hasta el año 2025. Aurelio Vázquez, presidente de la Federación Hotelera y vicepresidente de la CAEB, estaba satisfecho. La Federación había emitido días antes un contundente y rápido comunicado de apoyo incondicional a Bauzá en su intento de reducir el Parlament balear en un tercio de sus representantes.

Jamás se había visto tanta politización empresarial hotelera desde las duras embestidas contra la ecotasa del primer Govern Antich hace una docena de años. Pero se trata de situaciones diferentes. Antich había aprobado un impuesto finalista ligado al turismo. Era comprensible el malestar. Ahora es distinto. ¿Qué hacen los hoteleros sumándose a la petición de reducir la Cámara autonómica a la mínima expresión?

Al solemne acto turístico de Illetes de la semana pasada acudieron dirigentes de la izquierda. Entre ellos estaban el diputado de Més David Abril y el concejal palmesano de la misma formación Antoni Verger. “¡Hombre, ha venido la oposición”, les dijo, con sorna, Vázquez. Abril y Verger estaban cariacontecidos. La poda del Parlament podría dejar las formaciones minoritarias reducidas a la mínima expresión al haber menos escaños a repartir. No acaban de comprender esta ofensiva hotelera. Están sorprendidos y azorados al ver tan politizada a la organización empresarial de la principal industria de Mallorca.

Pero aun durante el acto, algunos hoteleros medianos y pequeños se acercaron a Abril y a Verger tratando de calmarles: “Aurelio es muy apasionado. Es así. Qué le vamos a hacer. Se calienta él solo”. En la expresión de estos empresarios, aunque sonriente y respetuosa con todo el mundo, se respiraba el desasosiego al ver que la Federación Hotelera lleva camino de convertirse en un instrumento al servicio del ala más dura de PP, que encarna José Ramón Bauzá. A muchos pequeños y medianos hoteleros, pero adscritos a la Federación, no les gusta ni creen que les convenga a medio y largo plazo.

Aurelio Vázquez es directivo de la cadena Iberostar. Tanto en la Federación Hotelera como en la CAEB le identifican como valedor real de las grandes cadenas. El apasionamiento de Vázquez ya está produciendo mucha preocupación. Su postura de dureza extrema en la negociación del convenio de Hostelería puede producir efectos contraproducentes.

La embestida protagonizada por Vázquez ha tocado fibras muy íntimas. Balears conquistó su autogobierno en los años 80. Este Parlament, impulsado en aquellos tiempos por el Govern Cañellas, realizó un gran esfuerzo de modernización y racionalización de la planta hotelera. Se hizo mucho por superar el turismo de alpargata y baratero, clásica estampa de la Mallorca anteparlamentaria.

Nadie olvida que el desarrollo de las zonas turísticas hoy consideradas maduras, empezando por la Platja de Palma y siguiendo por Palmanova Magaluf, se produjo en pleno franquismo, durante las décadas de los 50 y 60, cuando no existía el autogobierno. Solamente había un delegado de Información y Turismo, enviado por Madrid. Se trataba de José Soriano Frade, que hacía y deshacía sin ningún control político.

Hoy en día no hay dinero suficiente para modernizar la Platja de Palma, donde el autogobierno ha hecho inversiones desde los años 80 para intentar arreglar los múltiples desaguisados realizados cuando no había democracia ni autonomía.

Por eso preocupa tanto que a Vázquez, representante de unas grandes cadenas nacidas en tiempos predemocráticos, apueste ahora por mutilar el Parlament. Retrotrae a tiempos muy difíciles y parcialmente huérfanos de racionalidad. Había mucha pasión y poca cabeza en aquellos tiempos, conocidos como los de la balearización en el más tétrico de los sentidos peyorativos.

La Federación Hotelera de Aurelio Vázquez ha dado un paso sorprendente al apoyar una iniciativa estrictamente política del presidente del Govern. Casi nadie lo entiende.