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A través de artículos anteriores he intentado justificar por qué nuestro mejor futuro como comunidad turística no es una mera prolongación del pasado. Los tiempos han cambiado y también lo han hecho nuestros consumidores, nuestros potenciales visitantes. La eclosión tecnológica no ha hecho sino evidenciarlo todavía más.

El turismo es transversal. Nos afecta a todos. A todos los residentes. A todos los sectores. A todos los actores turísticos. Por ello, nuestro futuro en el siglo XXI debe basarse en una respuesta colectiva, fruto del desarrollo de una estrategia territorial y social coordinada y conjunta.

El que todos los actores económicos y sociales de las Illes Balears (mayoritariamente dependientes de la demanda no residente) deban supeditar sus acciones y mensajes a la estrategia antes citada, puede, a corto plazo, restar protagonismo individual a actores turísticos específicos. Sin embargo este es un bajo precio a pagar si se compara con los beneficios potenciales alcanzables por nuestra sociedad.

No me equivoco al afirmar que, con todas las matizaciones que quieran realizarse, existe un acuerdo suficiente entre los actores relevantes de Balears, públicos y privados, para potenciar una importante y necesaria transformación turística. Con y sin ánimo de lucro. Grandes y pequeñas entidades.

Ejemplos los tenemos todos los días: foros de turismo, think-tanks, fundaciones, proyectos de regeneración de destinos maduros, jornadas y road-shows promocionales por los mercados emisores más importantes… Compartimos un diagnóstico de transformación, y sin embargo ¿por qué hemos sido incapaces de ponernos de acuerdo para avanzar en estas últimas décadas?
Me gustaría apuntar cinco razones, carencias o errores que nos “lastran” e impiden evolucionar:
Nuestra pasividad comercial: seguimos, como en nuestros inicios, esperando a que otros sitúen en nuestros puertos y aeropuertos a nuestros visitantes.

Nuestro posicionamiento global insuficientemente diferenciado: no podemos ni debemos ser uno más. No lo somos. Sirva como excusa recordar que casi siempre nos han comprado, no nos hemos vendido.

Nuestros planteamientos de crecimiento productivo en el siglo del conocimiento: insistimos como territorio en que la única forma de incrementar la riqueza es aumentando el número de visitantes para saturar nuestras maravillosas islas.

Nuestra carencia de una estrategia conjunta: no manejamos objetivos o indicadores de avance de un reto colectivo. Son, en su inmensa mayoría, demandas a corto plazo que intentan defender intereses personales o, a lo sumo, gremiales.

Finalmente, nuestra falta de ambición global: las Illes Balears tienen el potencial de convertirse en uno de los mayores polos de conocimiento turístico del mundo.

¿A qué esperamos para abordar estas carencias, y cómo hacerlo? En próximos artículos trataremos de ir profundizando en las respuestas a estas complejas problemáticas, tan asentadas en nuestro ADN como comunidad.