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Eran las 17.00 horas del día 7 de julio, San Fermín. Seguramente a esa hora los ministros de Economía y Finanzas del Eurogrupo (preludio de la cumbre extraordinaria que se celebraría a continuación) estaban conociendo la nueva propuesta helena de manos del ministro sustituto del mediático y dimitido Varufakis, Euclides Tsakalotos. La situación es delicada. El gobierno de Tsipras ha salido reforzado con la rotunda victoria del no en el referéndum del domingo. La mayoría de los griegos no quieren más recortes ni más políticas de austeridad, pero tampoco quieren salir del euro. Una ecuación difícil de resolver que pone en un brete al Directorio europeo y a su máximo exponente, Angela Merkel. Esta y el presidente de Francia, François Hollande, piden a Grecia propuestas serias y creíbles sobre las cuales poder hablar de un nuevo rescate. Las negociaciones se presumen extremadamente complicadas.

La salida de Grecia del euro habría sido la constatación del fracaso de la Unión Europea. Las consecuencias para los países del sur, aunque difíciles de predecir, se presumen peor que malas.

El mensaje del Directorio es claro: Queremos que Grecia siga formando parte del euro, pero debe atender sus compromisos.

Las deudas hay que pagarlas. Alexis Tripras tenía aquella tarde noche la papeleta más complicada de su vida política: convencer a sus socios con una propuesta creíble que les permita reiniciar la negociación. Grecia necesita un nuevo rescate a sumar a los 210.000 millones de euros ya concedidos. Mientras tanto el BCE debe seguir inyectando financiación de emergencia; de no hacerlo, Grecia se quedaría sin dinero y se vería obligada a emitir una moneda alternativa para evitar el colapso del país. De darse este escenario el caos estaría servido y la rotura del euro irreversible.

Grecia exige un acuerdo “socialmente justo y económicamente viable”. Por ambas partes debe existir la suficiente voluntad política para hallar una solución razonable que pueda, sin vencedores y vencidos, ser aceptada por el resto de los 18 estados miembros del Eurogrupo. Finalmente, para el bien de todos, se llegó a un acuerdo. Es una magnífica noticia que da tranquilidad a los mercados y que ayuda a la salida de la crisis.