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El gran éxito de la renovación empresarial consiste en prevenir y detectar, en aquellas empresas que van bien, síntomas o indicios, que no están aflorando para un observador normal, de que algo empieza a ir mal y que aparecerá como deterioro si no hay un cambio a tiempo.

Richard T. Pascale ha recopilado mucha información para conocer las fuerzas que sostienen a las organizaciones, legándonos, a mi entender, una buena matriz disciplinar. La describiremos sucintamente, como punto de partida, tratando finalmente de simplificarla, para que el lector se quede con unos principios que pueda aplicar a una realidad cambiante.

Recogemos tres constataciones iniciales, acompañadas de una reflexión sobre el fracaso.

1) Cambio de paradigma. Hacemos nuestra la famosa frase de Einsten: los problemas significativos que afrontamos no pueden solucionarse en el mismo nivel de pensamiento en el que estábamos cuando los creamos.

2) El éxito lleva en sí mismo la semilla del fracaso.

3) El conflicto dentro de los límites, constructivo y estimulante, es el fundamento de la vitalidad empresarial. Todo control en busca de la uniformidad reduce la energía y posibilita que la empresa pierda nervio para competir.

Cambiar de paradigma significa que tenemos que modificar nuestra forma de pensar.

Durante años crecimos, acostumbrados a mejorar las cosas sin alterar nuestro esquema mental, que contenía las suposiciones mediante las cuales se determinaban y enfocaban los intentos de mejora.

Nuestro paradigma o esquema mental, nos conduce a lo que hacemos y lo que hacemos nos conduce a los resultados. De este modo, si deseamos generar un considerable cambio en los resultados, no nos basta con alterar actitudes y conductas, métodos o técnicas: necesitamos modificar los paradigmas básicos de donde surgen.

Con el éxito nos obsesionamos con lo mejor que sabemos hacer y nos alejamos de la realidad cambiante de nuestro entorno. El conflicto, generador del éxito a través de los cambios que aporta, resulta incómodo para los personas sin inquietudes.

Para conseguir un nuevo esquema mental se propone empezar con la identificación de factores que pueden ser fuentes de estancamiento y renovación y se nos plantean cuatro: agregación, desagregación, confrontación y superación.

La agregación es la consistencia y coherencia de una organización. Sin agregación su vida puede ser confusa.

La desagregación se refiere a un conjunto de técnicas utilizadas para preservar la autonomía y la diversidad, que a modo de ejemplo dan lugar a los centros de beneficio descentralizados y las subsidiarias autónomas.

La confrontación es un escenario que surge cuando aparecen contradicciones, tensiones y conflictos en el seno de una empresa o ente, al enfrentarse lo antiguo con lo nuevo; discusiones manejando distintos niveles de complejidad o paradojas inevitables.

La superación es un enfoque hacia una gestión inherente a la armonización de las tres etapas anteriores.

Las empresas con éxito, en el transcurso de su vida, generan contradicciones que su tejido cultural maneja sin romperse, y es aquí donde el misterioso elemento “superador” se incorpora a su ADN. Sobreviven, gracias a la adopción de un paradigma o forma de pensar diferente. Sus directivos tienen una idea distinta de cómo debe sentirse una organización y no solo viven con la paradoja de estas contradicciones, sino que continua y explícitamente la adoptan como herramienta de autorrenovación.