Contreras, Muñoz y Perelló delante de un plato de caldereta. | Gemma Andreu

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La caldereta de langosta se ha convertido en uno de los verdaderos iconos de la cocina menorquina. La peregrinación hasta el pueblo de pescadores de Fornells para degustar esta sopa de crustáceos se ha convertido en habitual para visitantes, y los restaurantes han sabido capitalizar su interés gastronómico desde que el conde de Barcelona, don Juan de Borbón, la puso de moda en los años 70. Ahora el restaurante Can Burdó acaba de poner en marcha una innovación culinaria para poder hacer llegar su plato estrella fuera de la isla. Desde Menorca hasta casa.

RECETA ORIGINAL. El restaurante Can Burdó de Fornells acredita la receta original de la caldereta de langosta, y es que este establecimiento, fundado en 1872 por Miguel Caules Bagur, es el más antiguo de Menorca. Desde su apertura como “casa de comidas”, tal y como se conocían antes a los restaurantes, el negocio fue pasando de generación en generación, hasta que hace diez años Kike Perelló se puso al frente. Junto con el cocinero Víctor Contreras y el chef Miquel Muñoz, acaban de poner en marcha un proyecto gastronómico para enviar su famosa caldereta en perfectas condiciones hasta el plato de quien lo solicite. “El proceso de vacío, en el que utilizamos dos gases inertes como son el nitrógeno y el anhídrido carbónico, y una maquinaria muy precisa nos permiten asegurar que el guisado de la caldereta pueda mantener sus propiedades intactas hasta llegar al consumidor”, explica el chef Miquel Muñoz, formado en la prestigiosa Hoffman de Barcelona y profesor de la Escuela de Cocina Alambique de Madrid. “La caldereta se envía a tres grados centígrados en unos envases precintados que mantienen la temperatura y registran todas las oscilaciones. Es preciso que podamos controlar toda la trazabilidad, ya que trabajamos con un producto de coste elevado y debe responder a su alta calidad”, añade el chef. El plato se manda con unas instrucciones para su correcta manipulación, junto con todos los complementos necesarios.

“Hoy en día podemos hacer estas cosas porque el servicio de transporte también ha evolucionado, permitiendo un servicio de frío y una recogida y entrega coordinada con los horarios de salida de los aviones para que pueda se entregado nada más aterrizar”, explica Kike Perelló. De momento ya han realizado diversas pruebas y tienen comprometidos pedidos para estas Navidades. Son clientes de Madrid y Barcelona que van cada año a su restaurante y que se han interesado por probar la caldereta en fechas tan especiales.

Resulta singular la historia de la caldereta de langosta, ya que pese a ser un plato no apto para todos los bolsillos, tiene su origen en la humilde sopa que alimentaba a pescadores. “Era mucho más preciado el pollo que la sopa de langosta, ya que muy pocas familias tenían acceso a él. Para que la caldereta alimentara y saciara se condimentaba con pan”, explica Perelló. “Hoy en dia, llegamos a servir 55 kgs de langosta en un fin de semana de agosto”, concluye.