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Como recordarán nuestros lectores el efecto mariposa es “un fenómeno por el cual una pequeña alteración en el estado de un sistema dinámico hará que los estados subsiguientes difieran significativamente de los que habrían seguido de no haberse producido la alteración”.

El estallido del fraude de VW convierte la metáfora del efecto mariposa del principio holístico en el riesgo sistémico de incalculables proporciones que permite constatar la dimensión global del mundo en el que vivimos, en que pequeñas cosas que ocurren en otros lugares del mundo pueden hacer tambalear a gigantescas corporaciones multinacionales. Los resultados de un estudio sobre emisiones de gases realizado en una modesta universidad de Virginia ha desencadenado el terrible huracán de la Volkswagen.

VW ha reconocido haber instalado en 11 millones de coches un software en los motores para activar un mecanismo que limitaba las emisiones del vehículo al percatarse de que estaba siendo sometido a un control técnico, pero que se desactivaba en carretera. Una artimaña que tenía como finalidad el ahorro de costes, estimado en unos 500 euros por vehículo.

Era la gota de agua que le faltaba a Alemania para desencadenar su tormenta perfecta: resultados adversos de empresas, las exportaciones que sufren la mayor caída desde 2009, la producción industrial marca el peor descenso en un año, el coste de la acogida de los refugiados se estima en 15.000 millones de euros, Deutsche Bank tiene un récord de pérdidas que al 30 de septiembre pasado ascendían ya a 6.200 millones de euros, etc. etc., se añaden al apocalíptico coste de la VW, que solo en EEUU se estima una multa de 16.000 millones de euros, más 6.500 millones € de los costos de revisión, una pérdida de las acciones en el mercado bursátil de más de 26.000 m €, rebajas del rating...

Las declaraciones de que la trampa no fue una decisión corporativa sino que se trató de un asunto de un grupito de ingenieros, no son creíbles y la empresa debe aceptar que ha habido una complicidad masiva cobertura al más alto nivel.
Una mala gestión empresarial que no ha sido capaz de crear una cultura del riesgo y de integridad ética fundamentada más en los principios que en las consecuencias, creando entornos donde se fomente la conducta ética y se detecten las actividades improcedentes. Si no se hace así la dirección es responsable por omisión.

El escándalo de VW con los motores trucados ha alcanzado dimensiones insospechadas y deberá afrontar con realismo las consecuencias del amplio abanico de riesgos holísticos, directos, indirectos, colaterales que se irán presentando en los próximos meses: económicos, penales, fiscales, financieros, morales, medioambientales, reputacionales, RSC,... y posiblemente más de un directivo de VW acabe en prisión.

Los mercados financieros y los mismos consumidores demandan comportamientos responsables de las empresas (RSC) y bien por ética, por estética o por estrategia , cada vez será más difícil ocultar procedimientos irresponsables de gestión empresarial.