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En nuestra sociedad da la sensación de que las palabras competitividad y felicidad son palabras antagónicas. O se es una u otra cosa, pero no pueden ser las dos a la vez. La competitividad se asocia a esfuerzo, lucha, rivalidad, competición... No se puede ser competitivo si no se es de gran dimensión, si no se obtienen sinergias… Y la felicidad se asocia al placer, la ausencia del esfuerzo, comodidad, confort, fortuna…

Hay ejemplos de grandes empresas con modelos de negocio tradicionales y nuevos que logran este ansiado paradigma, por citar algunas no españolas como son Southwest Airlines o Wholefoods, pero también hay empresas de pequeña dimensión que lo logran. Basta salir a la calle y ver, en nuestra ciudad o pueblo, pequeños negocios que han sido capaces de sobrevivir a esta tremenda crisis compitiendo con la gran distribución offline y online o con gigantes globales de sus sectores. Prueba esta de su irrefutable nivel de competitividad. Si además entrásemos en ellas, seguro que las personas que nos atenderían reflejarían en su cara el orgullo de pertenencia y compromiso con su proyecto.

Con los países o regiones sucede lo mismo, un claro ejemplo que demuestran que sí se puede ser competitivo y feliz a la vez es Finlandia. Un país que podríamos considerar pequeño, con 5,4 millones de habitantes, 390.000 km2 con 188.000 lagos, un clima duro, y con todo y con ello logra estar en el top 10 de los países más competitivos y felices del mundo.

Sin duda los finlandeses deben tener su kaava, o fórmula como se dice en finés, para lograrlo.

Desconozco cuál es ese “kaava”, pero como creo que nuestra sociedad de una manera o de otra quiere y necesita poder lograr ser competitiva y feliz, es por ello me gustaría compartir el “kaava” que en nuestra empresa Artiem fresh people tratamos de implementar.

En primer lugar, tener un propósito inspirador inspirador que nos trascienda a nosotros mismos y que como consecuencia busque la prosperidad y bienestar de todos aquellos con los que nos relacionamos. En segundo lugar, tratamos de desarrollar un liderazgo, entendido como Servicio, en mayúsculas. En tercer lugar, está la cultura que día a día vamos creando basada en el propósito y liderazgo antes mencionados. Esta, nuestra cultura, además de ser nuestra mayor ventaja competitiva, ya lo decía Peter Drucker: “culture eats strategy for breakfast”, será los cimientos sobre los que poder desarrollar el cuarto elemento: nuestro modelo. Así pues propósito inspirador, liderazgo, cultura y modelo son los cuatro componentes de nuestro “kaava” que nos ayudan a llegar a la competitividad por la felicidad.