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Este verano no solo España sino también otros lugares, algunos de ellos inesperados, han tenido fuertes incrementos.

El caso más curioso es el de Islandia, un país históricamente emisor. La segunda isla por tamaño de Europa, con una población de 330.000 habitantes, va a recibir este año más de un millón seiscientos mil turistas, una proporción de cinco turistas por habitante, prácticamente similar a la de Tenerife.
Este inesperado fenómeno, la cifra señalada es la que esperaban en 2021, según SKIFT, está generando tensiones entre partidarios y opositores al turismo, que se ha convertido en el principal sector económico del país, superando a la pesca.

Los motivos de esta progresión tienen su origen en la crisis bancaria de 2008 que hizo quebrar a los principales bancos del país y en la consiguiente devaluación de la corona islandesa, que pasó de 70 por euro a 250 -aunque recientemente el cambio se ha estabilizado alrededor de 125- abaratando los servicios turísticos, a su posicionamiento geográfico, a medio camino entre Europa y Estados Unidos y a una naturaleza magníficamente preservada.

Sin duda Islandia tiene muchos atractivos, en general relacionados con el paisaje, la observación de ballenas, un interior con cascadas, géiseres y verdes campos y un clima suave, en contra de la creencia generalizada. La mayor parte está prácticamente deshabitada puesto que dos tercios de la población viven en Reykiavik y alrededores. Las auroras boreales son quizás las más espectaculares del mundo. Las piscinas de aguas calientes de origen volcánico, tanto las naturales, la Laguna Azul, como las construidas tienen un gran éxito entre los turistas.

Esta invasión tiene consecuencias y no todas son positivas. El número de habitaciones de hotel ha subido un 42% desde 2010, mientras que el número de turistas lo ha hecho en un 264%, con lo que Airbnb y plataformas similares están haciendo un gran negocio, al tiempo que el mercado inmobiliario se ha disparado. El Gobierno está preparando una nueva legislación, que entrará en vigor en 2017, para limitar la especulación y la evasión de capitales y una gran parte de la población solicita la implantación de tasas turísticas.
Nunca todos están contentos.