Benito Mercadal Giménez, gerente de Autos Alayor. | Javier Coll

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Con más de 2.700 metros cuadrados de instalaciones entre exposición, taller mecánico, chapa y pintura, almacén de recambios, oficinas y parking, Autos Alayor lleva más de tres décadas como concesionario oficial Opel en Menorca. Fue en octubre de 1984 cuando el empresario Benito Mercadal Giménez se convertía en embajador de la marca alemana, abriendo un establecimiento en el polígono industrial de Maó. Con el paso de los años se fue expandiendo a lo largo de la isla a través de la apertura de distintos puntos de venta, tratando de dar a conocer el amplio catálogo de vehículos y ganándose la confianza de una clientela que contribuyó a su consolidación en el mercado de la automoción menorquín.

Hoy día cuenta con doce empleados y pese a tener una buena implantación de marca en la isla, vive con incertidumbre la evolución del sector, pensado más para concesionarios que puedan funcionar a través de grandes grupos multimarca.

ORÍGENES. A los dieciséis años, Benito Mercadal Giménez ya se movía en el sector de la automoción. Le tocaba limpiar coches en un taller de Alaior en el que inició su andadura profesional a principios de los años setenta. Era un punto de venta de la marca Renault cuando en Maó todavía no tenía ni concesionario. Hizo de mecánico, estuvo en recambios, en administración, en postventa y al final acabó siendo el gerente.

“Yo empecé desde abajo pero como era un taller pequeño, aprendí a hacer un poco de todo”, detalla el gerente actual de Autos Alayor. Su espíritu inquieto y emprendedor le animó a ponerse en contacto con la marca Opel, después de leer en prensa un anuncio en el que solicitaban interesados para abrir una concesión en Menorca. “Opel tiene y ha tenido siempre fama de ser una marca alemana de prestigio y les escribí una carta ofreciendo mi interés”, explica.

La respuesta no fue inmediata y pasaron algunos meses hasta que desde Madrid se pusieron en contacto para concertar una entrevista. “Vinieron a Menorca para reunirse con distintos candidatos pero les convenció la experiencia y la base de clientela que teníamos”, comenta. “Recuerdo que poco tiempo antes se había inaugurado en Zaragoza una nueva fábrica de Opel, porque nosotros abrimos en octubre de 1984”.

Alquilaron una nave en el polígono industrial de Maó en el que podían disponer de quinientos metros de exposición para la gama, cuatrocientos metros de taller mecánico y eléctrico, además de espacio suficiente para poder ofrecer chapa y pintura. “Nuestra idea era ofrecer un servicio integral a los clientes siguiendo los parámetros de calidad que nos pautaba la marca, cubriendo también lo que sería el servicio postventa. Dispusimos también metros cuadrados para la venta de vehículos de ocasión”, añade Mercadal.

EXPANSIÓN. A mediados de los años noventa abrieron también un segundo punto de venta en Ciutadella y se inició una política expansiva de apertura de otros puntos, generada en parte por la creciente demanda que existía. “Llegamos a ser treinta empleados. Tienes que pensar que vendíamos mensualmente de media unos cincuenta coches entre nuevos y usados”, explica el gerente. Abrieron también en Ferreries y Alaior. Una época de esplendor en la que Autos Alayor recibía premios por ser uno de los mejores concesionarios de España. En paralelo, desde la Asociación de Concesionarios de Automóviles de Menorca se decidía celebrar por primera vez la Feria del Automóvil (FERIAME) y en la que el fundador de Autos Alayor estuvo involucrado durante años como presidente de la asociación y posteriormente, como vocal.

Pero con el estallido de la crisis, se produjo un brusco frenazo de la venta de vehículos. “Se produjeron distintos fenómenos propiciados por lo que yo considero un fallo general del sistema más que por una simple crisis. Por un lado, la gente dejó de cambiar el coche por capricho y pasó a hacerlo por necesidad, con lo que perdimos volumen de ventas a la mitad. Por otro lado, las transacciones de vehículo de ocasión también dejaron de ser rentables ya que la antigüedad pasó a diez o doce años de media, con lo que su valor caía en picado. Todo ello nos hizo entrar en pérdidas y nos vimos obligados a recortar para mantener la empresa”, se lamenta Benito Mercadal. “La situación nos comprometió como concesionario oficial en Menorca porque se hacía muy difícil cumplir con las exigencias de inversión de la marca”, añade. La caída de la rentabilidad en el postventa y la presión de las compañías aseguradoras fueron también agravantes.

FUTURO. A sus 61 años, Benito Mercadal se muestra poco optimista respecto al futuro empresarial del sector en Menorca. La coyuntura actual ha provocado cambios significativos en la conducta del consumidor a la hora de la compra de un nuevo vehículo, que también afecta al de segunda mano.

Es por ello que los retos a los que se enfrentan los concesionarios de Menorca para poder cumplir con los volúmenes de venta y los estándares de calidad que las marcas fijan, plantean un horizonte complejo. “Economías de escala que invitan a concentraciones empresariales y que permitan a una empresa, con distintos concesionarios abiertos a nivel nacional, sufragar las pérdidas de una concesión con los beneficios de otro. El tamaño de concesionario que existe en Menorca ha dejado de ser rentable”, comenta. “La radiografía actual con una venta de diez vehículos al mes limita muchísimo las posibilidades de supervivencia. Y si lo planteas a nivel de taller, en Menorca se hacen ocho mil kilómetros de media anual y de punta a punta hay cuarenta y cinco kilómetros. Haz tú mismo los números. A la larga, los consumidores menorquines pueden verse perjudicados por esta situación y por ello, las marcas y los concesionarios deberían llegar a un acuerdo aunque tengo la sensación de que somos el último eslabón de la cadena y no se nos tiene en cuenta”, añade. Y pese a todo, Benito Mercadal no pierde el ánimo ni las ganas por seguir luchando por Autos Alayor para poder seguir cumpliendo años al frente del concesionario Opel de Menorca.