Virginia Bonet, que es la tercera generación de la familia, posa con el retrato de su abuelo y un sombrero que él mismo hizo para un cliente de la época. | Daniel Espinosa

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Virginia Bonet se puso al frente del negocio que montó su abuelo, la sombrerería Bonet, hace 30 años. Cuando ella se hizo cargo del negocio familiar, hubo quien se sorprendió: “Me miraban como a un bicho raro. Me decían que cómo iba a coger el negocio si ya nadie llevaba sombrero. Pero yo siempre he creído en la empresa y siempre he querido mantenerla. He crecido aquí y nunca se me ha pasado la idea de dejarlo”, explica Virginia.

Su abuelo Juan Bonet abrió las puertas de este mítico negocio de Eivissa en 1916. Años antes había trabajado en ese mismo local de dependiente. “Según tengo entendido, empezó a trabajar en la tienda que había antes en este local. Mi abuelo emigró a América y allí estuvo trabajando unos años. Al volver, el dueño de la tienda en la que había trabajado se jubilaba y mi abuelo decidió emprender su propio negocio montando la sombrerería. En aquellos años se llevaban mucho los sombreros”, relata Virginia.

Desde entonces, esta sombrerería ha vestido la cabeza de miles de ibicencos y extranjeros, amantes este complemento. El padre de Virginia era maestro “pero en aquella época no se ganaba mucho dinero”, por lo que cuando empezó el boom turístico en Eivissa su padre decidió apostar cien por cien por el negocio familiar y fue así como la segunda generación se puso al frente de esta empresa, ubicada en el barrio de la Marina de Eivissa.
Hace 30 años fue el momento en que la tercera generación, encarnada en Virginia Bonet, empezó a dirigir el negocio. “Los primeros años recuerdo que estaba un poquito parado el negocio. Ha habido años duros, pero he querido continuar y los años buenos han compensado siempre los malos”, explica Virginia, quien asegura que en los años de crisis “la gente ha prescindido de los complementos; en tantos años no han sido todo alegrías porque ha habido temporadas más flojas y ha habido años que he tenido que tener otro trabajo, aparte de la tienda”. Pese a las dificultades, Virginia siempre ha tenido claro que la clave para mantener este negocio es “trabajar mucho y no perder la ilusión y, sobre todo, creer en el negocio”.

OFERTAS. Durante estos 30 años que ella está al frente de esta mítica sombrerería ha recibido un sinfín de ofertas para comprar el local “desde sucursales bancarias que querían poner cajeros hasta quienes querían montar una boutique de moda. Me han llegado a decir que compraban la tienda por el dinero que yo quisiera, que les dijera la cifra”.

Y es que la sombrería Bonet se encuentra en un enclave privilegiado, en el barrio de la Marina, cerca del centro neurálgico de Vara de Rey y de primera línea del puerto antiguo, una zona que con las últimas reformas se ha revalorizado mucho. “Siempre me ha compensado más el cariño que tengo a la tienda, ya que es algo que iniciaron mis abuelos”, cuenta emocionada Virginia.

Con el paso de los años, el producto se ha ido adaptando a la evolución de los gustos de los consumidores, pero el negocio sigue manteniendo su esencia: “A veces quieres cambiar una cosa para hacerla más moderna y ya pierde el encanto inicial”. En la actualidad, el sombrero como complemento está viviendo un momento muy dulce, por lo que llegan clientas a Sombrerería Bonet buscando un sombrero para combinar con el bolso o bien con el abrigo. “Vienen sobre todo extranjeros que son residentes en la isla, turistas y mucha gente ibicenca, que son los clientes más fieles”, asegura Virginia, quien explica que se trata de un complemento que se ha expandido a todas las edades.

GENERACIONES. Durante los 100 años de esta empresa son varias las generaciones de clientes que han pasado por la tienda. Este año, Sombrerería Bonet celebró su centenario con una gran fiesta y hasta la tienda se acercó una señora “con un tocado de boda que le hizo mi abuela; estaba intacto y me hizo mucha ilusión. También un chico se acercó a traernos un sombrero que le hizo mi abuelo y que estaba firmado por él. Vienen clientes que me hablan de mis padres, de la Eivissa de aquella época y también ves cómo han ido evolucionando esas familias y eso produce mucha nostalgia, alegría y emoción”.

A lo largo de esta larga trayectoria también han vivido diferentes anécdotas, como un chico ruso que en su país es presentador de la MTV y el año pasado visitó la isla: “Vino a la tienda y alucinaba con todos los modelos que teníamos. Él siempre presenta su programa con sombrero y nos contó que allí, en su país, es complicado encontrar este tipo de sombreros”. En otra ocasión, un cliente que solo pasaba un día en Eivissa, ya que venía a participar en un evento, llegó a la isla en domingo, le fueron a buscar al aeropuerto y le abrieron la tienda para que realizara sus compras. “Son casos excepcionales, pero sí que nos ha pasado”, precisa Virginia.
En la actualidad, la empresa adquiere los productos a fábricas españolas, sobre todo de Alicante.

“Principalmente son casas españolas a las que ya mi padre hacía pedidos. Nosotros aquí personalizamos los sombreros”. En cuanto a los retos de futuro, Virginia tiene claro que el negocio debe mantenerse tal y como está y muchas veces se pregunta si sus hijas, que aún son muy jóvenes, querrán continuar con el legado familiar: “Yo mientras viva mantendré la tienda. Mis hijas han vivido en los últimos años el auge del establecimiento y lo quieren mucho porque ven que es una pequeña joya familiar”.