Al frente del negocio está Javier Ainsa, con una amplia experiencia. | Josep Bagur Gomila

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Si es verdad que los hoteles han de ofrecer a sus clientes una lencería impecable e impoluta y las toallas y las sábanas, han de estar en perfecto estado cuando el cliente haga uso de ellas, las lavanderías industriales tienen y han tenido para el turismo un papel primordial, como el que lleva recorrido Lainsa, Lavandería Industrial Sociedad Anónima, después de casi cincuenta años en funcionamiento desde que abrió sus puertas en Ferreries en febrero de 1970. Hoy sigue fiel a su vocación de servicio, de 7 de la mañana a 9 de la noche, 365 días al año, los siete días de la semana, con una actividad constante que se acelera de manera vertiginosa en temporada alta, para poder dar respuesta a todos sus clientes, hoteles, restaurantes y apartamentos. Detrás de la gestión diaria de la lavandería con mayor capacidad de producción de Menorca está Javier Ainsa, que acumula un gran bagaje en el sector industrial después de haber estado durante veinte años como responsable del departamento de calidad en la fabrica de El Caserío y que ahora dirige un equipo de entre 20 y 50 personas. El año pasado facturaron 1,5 millones de euros.

ORÍGENES. Lainsa fue creada en febrero de 1970 por el empresario Juan Casals, pionero del turismo en Menorca y fundador en su momento de la Asociación Hotelera de Menorca, que acababa de inaugurar el hotel Cala Galdana de 384 plazas a través de la sociedad Protumesa y que completó tres años más tarde con un conjunto de 76 apartamentos. La necesidad de poder disponer de un servicio adecuado para el lavado de sábanas, toallas y manteles, que pudiera estar a la altura de los volúmenes que generaban sus establecimientos, le empujó a constituir Lainsa y ponerla en funcionamiento en 1971 en el polígono industrial de Ferreries. Se ubicó sobre una superficie de terreno de unos dos mil metros cuadrados en los que se construyeron mil metros para instalaciones de maquinaria y unos doscientos para servicios. El objetivo de Casals era también poder abrir el servicio a otros establecimientos, y para poder conseguir carga de trabajo dio entrada en el accionariado a tres grupos hoteleros menorquines de referencia, Salgar Hoteles de la familia Sintes, Set Hoteles de la familia Mercadal y Artiem de la familia Montañés, que en el año 2002 adquirieron la mayoría de acciones de la sociedad, aunque la familia Casals siguió manteniendo una parte. “El último cambio accionarial se produjo el año pasado después que la familia Porto adquiriese el grupo Salgar Hoteles, aunque estos mismos grupos hoteleros siguen siendo los clientes que aportan el 70 por ciento del volumen de trabajo que asume nuestra lavandería”, explica el gerente, Javier Ainsa. El resto de clientes son otros hoteles, restaurantes y grupos de apartamentos que utilizan los servicios que se ofrecen para el sector horeca. “En temporada alta llegamos a recibir 12 toneladas de ropa al día y en algún momento hemos alcanzado las 15 toneladas de ropa al día pero tenemos capacidad de crecimiento para más volumen”, añade el gerente. La empresa funciona a través de un régimen de alquiler o renting de la ropa a sus clientes que les permite una mayor renovación. Disponen de cuatro vehículos propios para el reparto por toda la isla.

EFICIENCIA. El sistema de lavado que utiliza Lainsa y que le permite, por ejemplo, lavar, secar y plegar 800 sábanas por hora, lo realiza a través de un túnel en continuo con cargas de ropa constantes en función del origen del tejido, que pasan por doce ciclos diferentes de dos minutos y medio de duración que conducen a la zona de secado o desenredado según si son manteles o sábanas, para culminar a través de unas calandrias inmensas en el planchado y pliegue. Una de las obsesiones de la empresa, además de poder ofrecer una calidad excepcional de lavado, es la responsabilidad medioambiental que lleva aparejada una actividad como la suya. “Creo importante destacar que la gran ventaja de las lavanderías industriales como la nuestra es que el consumo de agua del túnel está en 4 o 5 litros por kilo de ropa, mientras que las empresas que usan lavadoras industriales están gastando 24”, detalla Javier Ainsa. “Al ahorro de consumo de agua que tiene una empresa como la nuestra, que está certificada con la ISO 140001, hay que añadir la depuradora propia con la que cuenta Lainsa y que nos permite depurar las aguas que se vierten, realizando controles periódicos a principio y final de temporada, controlando el pH y los datos para cumplir con la normativa vigente en este sentido”, añade Ainsa. Otro de los aspectos importantes está en la utilización de los jabones que se lleva a cabo de manera completamente automatizada en función de los pesos de la ropa o por ejemplo los descalcificadores que se encargan de rebajar la dureza del agua y que, en este sentido, reducen su consumo.

FUTURO. Los planes de futuro de la empresa pasan por mejorar la eficiencia energética en todo el proceso como elemento indispensable no solo para hacer más rentable el negocio sino para contribuir a una reducción de la cifra de emisiones de CO2. “Todos los cambios de maquinaria que estamos estudiando van en esta dirección. Actualmente el proceso funciona a través de aceite térmico calentado con gasoil, que a su vez calienta el agua de lavado, las secadoras y las planchadoras. Si la actividad diaria de nuestro trabajo representa que empieza a las 7 de la mañana, resulta necesario poner en marcha la máquina cuarenta y cinco minutos antes para que se puedan calentar las cuatro toneladas de aceite térmico que necesita una planta de estas características para su correcto funcionamiento. Por suerte tenemos otra calandria que funciona mediante gas propano, y como que este tipo de energía es mucho más calórica y eficiente que el gasóil, supone un ahorro de tiempo y emisiones”, explica el gerente. “Otro de los elementos que nos han permitido reducir el consumo de gasoil un 20% ha sido añadir recuperadores de energía lo que nos permite reaprovechar el agua caliente que desperdiciaba el túnel de lavado para poder calentar la que entra limpia”, comenta. El proceso de inversión es practicamente continuo. De hecho, en los últimos años la empresa ha invertido 150.000 euros en una prensa para el secado y 270.000 euros en nuevas líneas para el planchado.