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Se atribuye a Adam Smith -ya desde el siglo XVIII- una moderna definición de “riqueza”, de “riqueza de las naciones” para ser más exacto, y más relacionada con el “trabajo” que con los “recursos naturales”. Destacando asimismo la importancia de que un capital humano será más productivo si se encuentra en un entorno institucional favorable, de justicia o libertad.

Esto explicaría, por ejemplo, por qué un continente rico en recursos naturales como África ha sido históricamente más pobre económicamente que Europa y -sorpresa- que un país como Argentina, también rico en recursos naturales, hubiera sido más próspero que España hasta los años sesenta del siglo pasado y que en la actualidad esté a mucha distancia y con graves desequilibrios estructurales.

En España el crecimiento económico se está trasladando al empleo y aunque en Balears ya parezca un debate lejano en el tiempo, conviene no perderlo de vista. No debemos olvidar que la recuperación económica -y de empleo- no llega a todo el país del mismo modo y por igual. España creció en 2016 un 3,2%, aunque lo hizo algo menos Andalucía (2,8%) y bastante menos Extremadura (2%). Son crecimientos importantes pero insuficientes para crear el empleo necesario. Esto hace que ambas comunidades sigan a la cola en la cifras de paro, aún por encima del 25%... Mismas leyes, mismo gobierno central, pero distinto resultado.

A la cabeza del crecimiento en empleo y PIB están comunidades como la madrileña, la catalana o la balear (creció un 3,8 en 2016) de las que Funcas espera un crecimiento por encima del 3% en 2017. Pero lo más grave, como señalaba anteriormente, son las desigualdades territoriales con el paro, pues en Balears se situaría ligeramente por encima del 10%, siendo la más baja del país, y en las comunidades del sur quedará por encima del 26%.

La comparativa que traigo no es casual, aunque entiendo que puede interesar más o menos, y solo llamar la atención sobre dos cuestiones: la primera es que no conviene olvidar que una igualdad de origen no implica una igualdad de destino o resultado; y la segunda es que todo va bien… hasta que se tuerce, y que si nos lo “curramos” tanto -dicho con ironía- como han hecho otros países o regiones, la cosa se puede torcer y luego no habrá quién la enderece.