La cita estival en la Illa del Rei se convierte cada año en un foro abierto para reflexionar sobre los temas que preocupan a Menorca. . | Javier Coll

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Consenso unánime para reclamar un acuerdo político que simplifique los trámites administrativos como barrera insorteable para los proyectos inversores que pretenden dinamizar la economía menorquina. La novena edición del Foro Illa del Rei, cita veraniega organizada por Editorial Menorca, el Ateneo de Maó, el Cercle d’Economia de Menorca y la Fundación Hospital Illa del Rey en el islote del puerto de Maó, evidenció la falta de agilidad de las administraciones públicas, víctimas de un exceso legislativo de más de nueve mil normas, tal y como manifestó el arquitecto Antoni Vivó de Salort, que hace casi imposible estar al día de todos los cambios tanto a técnicos proyectistas como a los propios funcionarios. Junto a Vivó compartieron mesa de ponencias el hotelero Laurent Morel-Ryumen, el economista José María Gay de Liébana, el psicólogo Gonzalo Adán y el abogado Agustín Estela, que a través de sus intervenciones hicieron de altavoz coral para concienciar a los presentes sobre la necesaria apuesta de Menorca por un turismo de calidad, en aras a evitar la masificación y favorecer la sostenibilidad de la isla. El debate fue moderado por el editor de Es Diari, Josep Pons Fraga.

Los cinco protagonistas lanzaron diversas ideas para recuperar la ilusión de la Menorca emprendedora y creadora, pero al mismo tiempo pidieron a la Administración una actuación eficaz y eficiente sin demoras que pueda jugar un papel de garante de la seguridad jurídica. En este sentido, Gonzalo Adán lanzó un decálogo de recomendaciones prácticas entre las que aconsejó abandonar el dinero rápido y descontrolado que da el turismo de masas, el abandono del alquiler vacacional y los hoteles de tres estrellas a favor del lujo, como camino más lento pero mucho más satisfactorio, o la sugerencia de crear la mejor Formación Profesional de España en materias como el turismo sostenible.

Laurent Morel-Rymen, promotor del único Relais Chateaux de la isla, se significó en la apuesta por el turismo cosmopolita y la dotación de recursos a la Administración para que cumpla con los plazos en cualquier tramitación, pidiendo que la interpretación de las leyes sea fiel a su espíritu y no se convierta en un muro de contención al servicio de las ideas. Por su parte José María Gay de Liébana defendió en su intervención dos modelos para Menorca, el de La Florida que atraiga un turista de más calidad y el de California como base tecnológica de grandes empresas.

El arquitecto Antoni Vivó de Salort fue el más incisivo y el más preciso en el papel que debe jugar la Administración pública y la política para que no se produzcan cambios constantes en las reglas del juego en cada legislatura. Apeló al sentido común ante las demoras de hasta ocho meses para la resolución de expedientes, pidiendo regular los plazos que las propias administraciones tienen para responder a las demandas de los ciudadanos. Vivó también se refirió al turismo como motor de la economía menorquina, haciendo hincapié en evitar la masificación en las playas a través del transporte público y el control en el acceso para repartir a los visitantes a lo largo de toda la costa. Finalmente el mallorquín Agustín Estela, que actualmente ejerce como abogado tras 45 años como alto funcionario de la Administración, hizo referencia a los graves peligros del silencio administrativo y la necesidad de poder contar con funcionarios de carrera.

NUEVE EDICIONES. Más de 500 personas de la sociedad civil menorquina, junto a visitantes que pasan habitualmente su verano en Menorca, asistieron este año al encuentro que desde hace nueve años tiene lugar en la explanada del antiguo hospital militar de la Illa del Rey, construido durante la dominación inglesa en el siglo XVIII. Un islote situado en medio del puerto de Maó que se ha convertido en un símbolo del voluntariado de Menorca, gracias a su labor constante y desinteresada a favor de la recuperación de su patrimonio desde 2004. El foro, que se celebra cada mes de agosto, ha ido creciendo en número de asistentes y sirve de plataforma de debate y diálogo para tratar cuestiones vinculadas a la isla, como por ejemplo el modelo turístico, la gastronomía, la problemática del transporte aéreo, el campo de Menorca o la candidatura talayótica a Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que contó con la presencia destacada de la reina emérita, doña Sofía.