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Cada año, en otoño, se repite la discusión pública sobre la valoración de la pasada alta temporada turística, que es la actividad económica hegemónica en Balears. Es usual que cada Govern haga su propia valoración según su programa económico, como lo hacen los empresarios turísticos según sus resultados y los ecologistas según su compromiso de defensa de la sostenibilidad del territorio.

Por desgracia, no se avanza mucho en conseguir un consenso sobre la futura estrategia a seguir o sobre las correcciones de rumbo. Por el lado de la demanda, si bien se mejora algo la desestacionalización, es a costa de continuar creciendo en los meses pico del verano. Aunque se quisiera utilizar la ecotasa como factor de “demarketing” del turista de verano, seguirían las dudas sobre el reparto de sus ingresos y las dificultades en aplicarla a sectores no reglados.

Por el lado de la oferta, Balears ha fijado un techo de alojamiento turístico reglado, pero todavía no ha podido cuantificar las camas turísticas no regladas.Otra propuesta para un límite máximo de turismo veraniego se basa en la capacidad receptiva de aeropuertos y de cruceros turísticos. También cabría una actuación moratoria sobre nuevas construcciones. Todo ello es de difícil ejecución, coordinación y seguimiento, con un probable resultado de pérdida de imagen como destino turístico.

Casualmente en el nº214 de El Económico sobre “reespecialización productiva” (diversificación económica en base a la actividad turística) hay un interesante análisis de recientes estudios de la Fundación Impulsa Balears y del Observatorio Europeo de Clusteres. Según ello, Baleares cuenta con numerosas posibilidades para configurar nuevas cadenas de valor, al estar relacionada con las 10 industrias más emergentes en Europa: mercantilización de experiencias turísticas, economía azul (uso sostenible de recursos oceánicos), industrias creativas, servicios logísticos, industrias medioambientales, industrias digitales, tecnologías de movilidad, biofarmacia, dispositivos médicos y packaging avanzado.

Balears, por insularidad, clima mediterráneo y patrimonio territorial (afectado por el cambio climático), necesita también potenciar el sector agropecuario y pesca, o sea el clúster que mantiene la identidad cultural y las tradiciones populares. Solo con una notable diversificación económica basada en un escaso consumo de recursos naturales y gran competitividad (tras la aplicación del REB), Balears podría ser sostenible durante todo el año y mantener un nivel de empleo mensual más estable. También se consiguiría que nuestros visitantes de “sol y playa” disfrutaran de una mayor oferta de experiencias extraturísticas.

La fijación de límites sobre capacidad de alojamiento turístico debería ser evitada por su complejidad y su discrecionalidad administrativa, pero también es razonable que ciertas zonas/lugares masificados pueden optar por un control puntual de visitas en caso de saturación. En resumen, la clave para una opción diversificadora de la economía balear es, además de inversión privada, conseguir inversión pública para preparar nuevas infraestructuras atractivas.