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Las caídas de la semana pasada han puesto a prueba los soportes de la mayoría de las bolsas, no en vano desde máximos anuales hasta mínimos los índices europeos más relevantes han perdido más de un 10%. Como se apuntaba en esta sección a finales de diciembre, era difícil ver un rally (en esa ocasión trataba sobre el famoso rally de Navidad) a pesar de que los factores más objetivos, tales como resultados empresariales, tendencias y exceso de liquidez, eran positivas. Sin embargo, se explicó que faltaba uno, que aun siendo subjetivo e incluso poco científico, o al menos poco ortodoxo, no permitía ser optimistas a corto plazo: no había miedo.

Actualmente ya lo hay, los índices de volatilidad han repuntado a niveles previos a grandes subidas y los porcentajes de inversores minoristas optimistas han caído desde los máximos de enero; por tanto ahora ya se unen más factores para que haya un rally, aunque sea en una época poco mediática. Para que suceda se deben respetar los soportes que no se han perdido y, en algunos casos, recuperar otros.

El IBEX 35 español está intentando recuperar los 9.800-10.000; la buena noticia en este caso es que tanto los 9.600 como los 9.500 pueden darle impulso. El siguiente serían los 9.200, que deben ser sólidos. Por arriba los anteriores máximos anuales (10.650) y los 11.000-11.200 darían jugosas rentabilidades a un riesgo aceptable.

Similar situación es la del EuroStoxx 50, que aun perdiendo los 3.500 sí está aguantando los 3.300-3.250. Precisamente los 3.500 pueden ser objetivo cortoplacista, aunque más ambicioso serían los 3.650 e incluso los 3.800. El DAX alemán en su caída ha perforado dos soportes que deberían haber sido solventes: los 13.000-12.900 y los 12.400-12.500, niveles que ahora se convierten en objetivo. Si los anteriores eran fuertes, el nivel donde intenta rebotar ahora (12.200-11.850) también lo debería ser y servir de impulso.