Fusteria Miarsa tiene su origen en una carpintería tradicional fundada en 1967 por el abuelo de sus actuales propietarios, Gabriel Arrom Amer. Por entonces era una empresa dedicada a dar servicio a los particulares, que demandaban sobre todo elementos para sus casas, como cocinas, persianas y puertas. Con el tiempo, el hijo de Gabriel, Miquel Arrom Valcaneras, se hizo cargo del negocio, que daba empleo a unos 8 operarios. Cuando los tres hijos de Miquel acabaron la EGB, se incorporaron a la empresa y fueron aprendiendo el oficio. Así, durante unos años las tres generaciones de Arrom trabajaron juntos. De hecho, hasta su hermana Cati estuvo un tiempo trabajando en la oficina, aunque finalmente se decantó por otra profesión.
En esta larga trayectoria, Miarsa ha vivido luces y sombras. Gabriel Arrom Sánchez, uno de los tres hermanos propietarios, explica que “a principios de los 70, mi padre tuvo que prescindir de sus trabajadores porque la empresa no conseguía remontar. Años después, ya en 1995, nos especializamos en cocinas para particulares y durante un tiempo nos fue bastante bien y servíamos a toda Mallorca. Sin embargo, en el año 2000 nos vimos obligados a cerrar. Mis dos hermanos y yo nos fuimos a trabajar a Manacor y allí surgió la posibilidad de trabajar para el mundo de la hostelería. Así que los tres volvimos a Inca y abrimos de nuevo”.
REFORMAS TURÍSTICAS. Este fue el punto de inflexión que ha marcado la trayectoria reciente de Fusteria Miarsa. La carpintería se especializó en decoración e interiorismo destinado a empresas turísticas. “Supuso un gran cambio para nosotros. La verdad es que hacer cocinas ya no nos llenaba profesionalmente, siempre era lo mismo, así que este mundo del diseño nos ha proporcionado nuevas metas. Ahora trabajamos con arquitectos e interioristas y eso enriquece nuestra experiencia”.
Sin embargo, este golpe de timón no estuvo exento de dificultades. “La última crisis financiera y económica nos golpeó con fuerza -recuerda Gabriel-. Los años 2008 y 2009 fueron especialmente duros. Tuvimos que rebajar el número de operarios, aunque nos quedamos con los oficiales, por si llegaban los trabajos, aunque lo hacían en contadas ocasiones. Conseguimos resistir a duras penas y en 2012 empezamos a remontar. Ahora estamos bien y podemos decir que la crisis está superada”.
Desde hace cinco años, con el boom de las reformas de establecimientos hoteleros, en Miarsa trabajan a tope. “Este año está siendo especialmente duro”, apunta Gabriel, quien explica que “afortunadamente podemos elegir los trabajos que realizamos. Todo lo que servimos lo hacemos nosotros mismos. No delegamos ninguna fase de la fabricación o el montaje”. Miarsa cuenta con unas instalaciones de mil metros cuadrados en la calle Quarter de Inca, desde donde realizan proyectos para clientes tan conocidos como Iberostar, Viva o BQ, además de cadenas hoteleras más familiares. También trabajan en Eivissa, donde han realizado la reforma del Ibiza Gran Casino.
“Hacemos una gran variedad de trabajos para los hoteles, desde los comedores a las recepciones, pasando por las zonas nobles y comunes, hasta los armarios, parquets o pérgolas. Estamos especializados en todo tipo de muebles y decoración, así que podemos ejecutar cualquier encargo”, aclara Gabriel. Por cuestiones de fechas de entrega, primero ejecutan los trabajos que necesitan obra y después, ya en los meses de junio y julio, se dedican a hacer el mobiliario auxiliar.
Para ellos, la temporada alta va de diciembre a junio, cuando tienen una treintena de trabajadores. En temporada baja la cifra es de 18.
“La verdad es que las buenas temporadas turísticas de los últimos años nos están beneficiando a todos, pero el principal problema a la hora de trabajar con los hoteleros es que para ellos los proyectos a largo plazo no existen. Siempre van al día, dependiendo de cómo transcurra la temporada. Eso significa que muy a menudo los encargos nos llegan tarde o con el tiempo justo, pero siempre nos hemos caracterizado por ser puntuales en las entregas. Un hotel tiene que abrir, sí o sí, en determinada fecha. No puede haber excusas ni retrasos, así que nos esforzamos al máximo para cumplir los plazos establecidos”, explica orgulloso Gabriel. Esta puntualidad en las entregas, la calidad de los encargos y el buen servicio han hecho que los trabajos de Miarsa estén muy solicitados, hasta el punto de que los hermanos Arrom pueden elegir los que deciden llevar a término.
TAMBIÉN PARTICULARES. Aunque el ochenta por ciento de su producción está centrada en reformas hoteleras, Fusteria Miarsa no olvida sus orígenes y no deja de lado a los clientes particulares. “Tenemos clientes de toda la vida con los que queremos seguir trabajando”, señala Gabriel. Eso sí, “les tenemos que explicar que solo podemos realizar este tipo de proyectos desde agosto hasta diciembre, y tienen que ser encargos muy concretos y sobre todo que no necesiten estar listos en una fecha determinada”, concluye Gabriel Arrom.