TW

Arranque en frío de la temporada turística en Menorca, con un mes de mayo que deja mal sabor de boca a nivel general. Sensaciones agridulces en hoteles, restaurantes, farmacias, rent a car y demás servicios que se nutren de los ingresos generados por el sector.

Lo anticipaba en abril de manera tajante el representante de la Agrupación de Agencias de Viajes de Menorca, Lorenzo Pons, en base al despertar de los destinos turísticos competidores del norte de África y el aumento de la ecotasa, y lo confirmaban desde la Asociación Hotelera de Menorca. Lo negaban desde el Consell Insular basándose en el aumento previsto en la llegada de pasajeros, con mercados como el nacional en positivo. Parece que la realidad ha dado la razón a los que lo predijeron y no hubo milagro. Es verdad que se ha notado un mayor movimiento por carretera y cascos urbanos, pero son cifras que no hablan de rentabilidad.

Y es que cuando todavía no hemos sido capaces de romper la maldición de la estacionalidad, todo conduce a pensar que se acabó el crédito del turismo prestado. La turoperación ha cambiado la hoja de ruta a los aviones y sus pasajeros sin que podamos hacer mucho más que entrar en una peligrosa escalada de precios a la baja. Como siempre, nuestro talón de Aquiles sigue siendo la conectividad del aeropuerto en otoño, invierno y primavera, que solo nos permite administrar las miserias. ¿Para cuándo una tarifa plana para residentes y no residentes que genere demanda de más vuelos y solucione este problema eterno? Los descuentos sobre billetes ya sabemos por experiencia que los carga el diablo.

Por suerte, los menorquines no se rinden y siguen abriendo nuevos establecimientos con encanto que se multiplican por dos y por cuatro en Maó y Ciutadella. Según los expertos, todo este boom va a producir un cambio de modelo en el que los hoteles de mayor tamaño de estas dos ciudades pueden desaparecer. La suma de camas disponibles de esta nueva red hotelera boutique o de interior, a la que se deben sumar las plazas que ofrecen los alojamientos turísticos legales (y yo también añadiría, los ilegales), acaban por copar todas las pernoctaciones.

Además, llámese suerte o llámese casualidad, todo este cambio está viniendo acompañado de negocios hasta ahora inéditos por estos lares, como galerías de arte de primer nivel, que comercializan piezas solo aptas para clientes de un alto poder adquisitivo. Si se consolida esta inercia, podemos entrar en otro escenario completamente distinto para Menorca.