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Joan Mesquida ha vuelto a aparecer en la prensa balear con motivo de su posible acercamiento a Ciudadanos, algo que desconozco y que no califico, porque forma parte de su esfera política personal. Hace un par de meses hizo público su abandono del PSIB tras más de treinta años de militancia, en la que sin duda fue una dolorosa decisión.

Según gran parte de los medios locales Mesquida, como conseller d’Hisenda en el primer Govern de Francesc Antich fue el principal responsable de la implantación de la primera ecotasa, una de las causas de la derrota del Govern socialista en 2003. La primera medida de Jaume Matas en 2003 fue la cancelación de dicha tasa.

En algunos medios locales ha permanecido una cierta hostilidad hacia él.

Siempre he considerado que una tasa turística no es más que otro impuesto, y como tal encarece el producto, pero igual que una subida del IVA o un incremento de precios, pero también es un instrumento político que los respectivos gobiernos pueden utilizar para limitar la demanda si consideran que los problemas medioambientales exigen determinadas actuaciones.

A comienzos de 2002 tuve un almuerzo en el restaurante madrileño Llardy con el president Antich y con el editor de Ultima Hora Pere Serra, a instancias de este último. Le expresé al president mi opinión de que era un momento pésimo para implantar una tasa tan controvertida porque la tendencia del turismo emisor europeo era negativa y que la inevitable caída de las llegadas sería considerada como una consecuencia de la tasa y que lo mejor era dejarlo para el otoño con tiempo para que los touroperadores pudieran incluir ese aumento en sus paquetes. Por el motivo que sea, no fue posible. Quince años después una versión diferente ha sido puesta en marcha en un contexto de máxima demanda y en consecuencia no ha afectado a los flujos turísticos.

En 2008 Mesquida fue nombrado secretario de Estado de Turismo. Por supuesto nos conocíamos de nombre, pero nunca nos habíamos visto personalmente. A la sazón yo dirigía la Oficina de Turismo en Londres, nuestro primer mercado.

Mesquida resultó ser un magnífico secretario de Estado, luego secretario general, sobre todo visto en perspectiva tras algunos jefes del Partido Popular que le antecedieron y alguna que le sustituyó. Su paso por la empresa privada, Arthur Anderssen, y su buena preparación económica le permitieron hacer una gestión ágil y ajustada a las necesidades del momento, sobre todo en una fase de crisis económica. Dirigía con autoridad y sin segundas intenciones ocultas. No fue sectario por motivos ideológicos y puso en marcha unas campañas de promoción que ayudaron a pasar los tiempos difíciles sin pérdida de cuota de mercado. Tras su cese tuvo la humildad, rara en los políticos, de volver a su puesto de funcionario en el Ajuntament de Calvià.

Por todo esto estoy convencido de que su decisión no estará motivada por el oportunismo sino por una voluntad de servicio.