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“Arreglando ventanas rotas” es un libro de criminología urbana publicado en 1996 sobre estrategias para contener y combatir el vandalismo urbano. En ese libro, G. Kelling y C. Coles ponían el ejemplo del edificio de un barrio marginal en el que había una ventana rota y afirmaban que no reparar esta ventana invitaba a vandalizar todo el edificio: inicialmente rompiendo unas cuantas ventanas más, luego ocupándolo, etc.
Según los autores citados, una buena estrategia para prevenir problemas mayores podría consistir en arreglar esa simple ventana de forma rápida y cuando el problema todavía era pequeño. La teoría concluía afirmando que, en general, esto haría que los crímenes menores y el comportamiento antisocial disminuyera.

Un de los autores fue contratado por Rudy Giuliani, el que fuera alcalde de Nueva York, para implementar su política de “tolerancia cero” y haciendo que la policía fuera más estricta en la persecución de los pequeños de delitos (colarse en el metro, orinar en aceras, pintadas, etc.). De forma sorprendente, la tasa de delitos más importantes también se redujo significativamente durante los años siguientes.

En Eivissa desgraciadamente sabemos mucho de pequeños incumplimientos y de pequeños comportamientos incívicos que se convierten en grandes problemas. La gran tolerancia de la que ha hecho gala a lo largo del tiempo la sociedad ibicenca ha sido el caldo de cultivo perfecto para que algunos aprovechados históricamente hicieran su “agosto”.

Pequeños problemas que al principio se soportaban, porque da más trabajo quejarse que aguantarse, y que al final, cuando se vuelve grande e insoportable... ya es tarde.

Pues bien, creo que estamos siendo espectadores de uno de esos problemas que vamos a poder analizar desde sus fases más incipientes: los/las ciclistas en las aceras. Lo que para muchos pudiera significar una reivindicación “progre” para mí es un verdadero problema de seguridad ciudadana. Eivissa -Vila- no está preparada para que sus estrechas aceras las compartan los peatones y ciclistas.

Pues bien, esto que hasta ahora no era más que una simple molestia, solo de forma ocasional se veían bicicletas circulando por las aceras, creo que el breve, cuando comiencen los pequeños accidentes y atropellos, se convertirá en un problema (dicho queda).