Recientemente han aparecido muchas de estas señalizaciones arrancadas, seguramente por personas locales a los que no les gustan estos carteles, puesto que dicen que rompe con esa sensación de naturaleza todavía salvaje que queda en algunos puntos de isla. Algunos lo tachan de contaminación visual, y se preguntan si al final la Serra acabará como el Ikea, con caminos marcados por todas partes para que los senderistas, turistas o no, vayan siguiendo las flechas para no perderse.
Cierto es que la Serra (declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en la categoría de Paisaje Cultural en el año 2011) puede que sea el último reducto de mallorquinidad casi virgen que nos queda, donde poder pasear y disfrutar de nuestra preciosa isla sin los agobios de la aglomeración de gente, a diferencia de otros parajes naturales, como por ejemplo las playas. Pero es posible que esto también termine cambiando, basta acercarse a alguna librería de Palma para ver cómo se apilan, desde hace pocos años, decenas de libros y mapas de excursiones de la isla en todos los idiomas posibles. Además el uso de los teléfonos inteligentes que llevan incorporado GPS y multitud de aplicaciones hacen que sea mucho más fácil salir a la montaña sin necesidad de ser un experto.
Unos defienden que la Serra es de todos y que la mejora de caminos y señalizaciones es necesaria, otros que la naturaleza debe seguir siendo virgen y que solo lo más intrépidos puedan llegar a los mejores rincones de la isla.
El debate está servido.