Carmelo dirige un paseo canino el domingo por la mañana en el refugio de Can Bosc de Llum. | Daniel Espinosa

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La culminación de un sueño hecho realidad. Así se podría resumir la historia de Carmelo Mulero y Helena Retuerta, fundadores de Can Bosc de Llum, el primer parque canino de Eivissa. Carmelo es veterinario y hace 11 años decidió enfocar su carrera profesional al comportamiento canino, es decir, a la etología.

“Surgió la necesidad de tener un centro en el que poder hacer cierto tipo de tratamiento y cursos de adiestramiento; necesitábamos un lugar cerrado, pusimos carteles, un anuncio en el periódico buscando ese lugar (pensábamos, incluso, en una planta baja) y nos llamó el dueño de este terreno y la verdad es que no podíamos dejar para esta oportunidad porque podíamos tener la zona para las actividades y un gran bosque entero para los paseos diarios, y aunque los costes se hicieron enormes nos lanzamos a la aventura”, relata Carmelo Mulero.

Y es que se trata de un terreno de casi diez hectáreas en Sant Rafel, cerca de Eivissa ciudad, en el que hay un gran bosque para la zona de paseo y han delimitado una zona para las actividades de estimulación mental para los canes, los cursos y las terapias. “Superó todas nuestras expectativas; no pudimos dejarlo pasar”, precisa.

Así, pidieron un préstamo para vallar casi las 10 hectáreas y empezaron la tramitación burocrática para dar forma al sueño de su vida. “Encontramos el terreno en octubre de 2013 y nos pusimos casi de inmediato a redactar el proyecto. En papeleo y burocracia se nos fueron dos años porque el proyecto tuvo que pasar por el ayuntamiento, por el Consell, por el Govern... fueron unos trámites muy largos. Para vallar pedimos un préstamo al banco y nos involucramos directamente en las labores de vallado”, relata Carmelo, quien recuerda con muchísima emoción el primer paseo en Can Bosc de Llum.

“Hicimos el primer paseo en cuanto tuvimos el perímetro cerrado, que fue el 20 de marzo de 2016, y la inauguración oficial fue en abril de 2016. Fue una emoción muy grande porque sentí la culminación de un esfuerzo enorme y vi que el sueño de tener un parque canino se cumplía. Fue increíble”, relata el propietario de Can Bosc de Llum, por donde han pasado unos 200 perros desde su apertura y tiene una media de 50 canes que forman su clientela habitual.

Este parque canino ofrece un servicio integral de bienestar animal, “todo lo que el perro necesita para tener una vida satisfactoria”. ¿Y qué es lo que necesita? “Un buen paseo, que tenga otros perros para compartir experiencias y socializar, y actividades y juegos de estimulación mental, que es la gran olvidada de la educación canina y, sin embargo, es fundamental. También formamos a los dueños para que aprendan cómo tienen que tratar e interactuar con sus canes”.

En este sentido, en Can Bosc de Llum se ofrece educación canina “en positivo; lo importante es satisfacer las necesidades de tu perro y respetarlo física y psicológicamente. Por desgracia, en Eivissa es un poco la asignatura pendiente”.

Según relata Carmelo, la educación canina “ha cambiado mucho” ya que la tradicional se basa en “la jerarquía, la dominancia, la intimidación y el castigo”, mientras que la “moderna” no utiliza estas técnicas.

En Can Bosc de Llum se ofrece el servicio de etología veterina, que detecta y trata los problemas de comportamiento del perro, además de varios talleres y formaciones, como el curso de educación en positivo.

En esta formación enseñan “los porqués de la educación moderna y cómo satisfacer las necesidades básicas del perro, de manera que sea feliz, su cerebro esté tranquilo y sea fácil que aprenda lo que queramos enseñarle”. También tienen cursos de adiestramiento canino, de manejo de la correa o de estimulación mental.

FUTURO. A Carmelo y Helena les gustaría expandir su negocio al resto de Balears e, incluso, a otros puntos de la Península, pero reconocen que es complicado. “Un parque como este debería estar en cada ciudad para que los perros pudieran pasear libremente, sin preocupaciones. Se minimizarían muchos problemas de suciedad en las calles o ataques a ganado... los clientes que vienen están encantados; se les ve la cara de felicidad porque su perro tiene un sitio para correr todo lo que quiera y pueden estar tranquilos porque no se va a escapar, no va a tener problemas con ciclistas ni gente corriendo ni con el ganado”, explica el emprendedor, quien tiene claro que “ver perros completamente felices nos anima a continuar con nuestro proyecto”.