La IGP implica contar con una denominación de calidad regulada a escala de Unión Europea que indentificará que se trata de un producto alimentario que es originario de esta tierra, con una calidad determinada e incluso, si se precia, con una característica que pueda ser esencialmente atribuida a nuestro aceite. De hecho, si resultase con éxito el duro trabajo de investigación que se está llevando a cabo mediante el Plan de Innovación del Govern balear para obtener aceite de acebuche (oli d'olivó), tendríamos un producto único en el mercado que nos facilitaría el poder competir con las diez grandes zonas de la llamada España olivarera, cuya delimitación geográfica viene representada por las variedades más representativas. Tendríamos algo distinto que ofrecer. Además, como explicaba Enric Picanyol, el acebuche es una especie endémica de nuestra isla y como pasa con los talaiots, estamos en el lugar donde existen más árboles por metro cuadrado, lo que implica un potencial de aprovechamiento económico muy importante.
También hay un elemento a tener en cuenta y es que, en nuestra isla, la recolección de aceitunas se lleva a cabo entre el 1 y el 15 de octubre (antes que otras zonas cercanas) y este factor, a nivel de recursos humanos, coincide con los últimos compases de la temporada turística y con ello la posibilidad de contar con mano de obra disponible.
Es verdad que el sector productivo del aceite en Menorca es todavía pequeño comparado con otros, pero tiene plantados muchos más olivos de los que están hoy día en producción. Por ello, podemos anticipar quizás una eclosión como la que vive actualmente el sector vitivinícola, que está creciendo en calidad, producción y demanda casi al unísono.
Seguramente se tendrá que hacer un esfuerzo de comercialización cuando todo este aceite aterrice en el mercado, pero apostar por la incorporación de un nuevo conreo, más resiliente a las sequías, es sin duda positivo para la conservación de los terrenos menos aptos para la actividad tradicional, generando trabajo para el campo y también para toda la industria auxiliar, además de sentar las bases futuras para el oleoturismo en Menorca, como ya pasa con el incipiente enoturismo de algunas bodegas menorquinas.
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