Para concretar, ¿qué entendemos por modelo sueco en este contexto? ¿Dónde están las diferencias? Suecia no ha confinado a su población, cerrado sus almacenes, restaurantes y escuelas; ha aconsejado a sus ciudadanos a autoconfinarse, lavarse con frecuencia las manos, mantener distancias, teletrabajar, mínimo uso de transporte público, aislamiento en caso de síntomas, reuniones públicas limitadas a 50 personas, llamadas y aviso a los mayores de 70 años para que permanezcan en sus casas y restricción de visitas a las residencias de personas mayores.
Importa destacar que estas recomendaciones han sido bastante seguidas. En abril, el 69% de la población había reducido sus relaciones sociales y un 58% no iba ni a restaurantes ni al cine. Si el país ha elegido el uso de las recomendaciones, en vez de fijar prohibiciones, es debido a que su constitución no permite restringir la libertad de circulación en tiempos de paz. Se espera que en el futuro sean más restrictivos.
El enfoque está basado en la prueba y verificación. El gobierno acaba de adoptar por primera vez medidas autoritarias, prohibiendo la venta de alcohol a partir de las 22 horas y las reuniones públicas de más de ocho personas. ¿Cambio de rumbo? Sin embargo, el ejecutivo sigue sin tener el poder de suspender las reuniones privadas o cerrar los teatros y los gimnasios, por ejemplo. ¿Está fracasando el modelo? Las cifras son las siguientes en fallecimientos por 100.000 habitantes: Bélgica 135,89; España 91,21; UK 82,30; Italia 81,52; USA 78,20; Francia 72,54; Suecia 62,91; Alemania 16,96; Dinamarca 13,47; Finlandia 6,80; Noruega 5,76; Japón 1,53; Corea del Sur 0,98; Nueva Zelanda 0,51.
En nuevos casos confirmados cada día, de COVID-19 por millón de personas… en relación con países afines, Suecia los supera empeorando frente a los siguientes: 400 menos Finlandia; 300 menos Noruega; 200 menos Dinamarca, cuando Suecia está en los + 400.
El Sistema sueco no ha salvado a su población, ni ha aportado mejoras en su PIB.