Con moderado optimismo y los datos encima de la mesa, el presidente del Colegio de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de la Edificación de Menorca Miguel Ángel Sicilia pone de manifiesto el buen momento por el que pasa su sector. Durante 2020 se mantuvo el ritmo de visados de obra y las perspectivas de este 2021 están siendo buenas.
¿Cómo les ha afectado la coronacrisis?
Realmente la incidencia ha sido mucho menor a la que nos podíamos imaginar ya que el único momento en que el número de visados o de trabajos en ejecución se resintió fue durante los meses de confinamiento. En el cómputo global, 2020 fue un año bueno con una caída del 41,6% de la inversión respecto al ejercicio anterior porque también 2019 fue excepcional. Pero si lo comparamos con 2018, la diferencia es tan solo de un 3,5% menos.
¿Qué medidas antiCOVID se tomaron?
Fueron largas y tediosas durante el confinamiento las distintas reuniones que mantuvimos entre responsables del sector, Govern, y responsables sanitarios porque nos enfrentábamos a algo desconocido. Nosotros apostamos para que se hiciera un protocolo que nos dejase continuar la actividad, porque nuestro trabajo mantiene la distancia y tiene lugar al aire libre. Todo aquello sirvió para no tener que pararnos y la incidencia de brotes originados en el sector de la construcción fue inexistente en 2020.
¿Cómo explica este dinamismo constructivo?
El dinero sigue existiendo, Menorca está de moda y es un destino que no es caro para comprar una segunda residencia. Si añadimos que la pandemia lo ha posicionado como un destino seguro por no estar masificado y rodeado de naturaleza, el atractivo sube.
Son un sector resiliente.
Somos un sector que cuenta actualmente con más de 4.000 trabajadores afiliados que siempre ha tenido que buscarse la vida, alejado de las ayudas públicas y que en estos momentos, está en plena actividad. De hecho, desde que salimos de la última crisis en 2015, el sector de la construcción ha recuperado músculo. 2017, 2018 y los dos primeros trimestres de 2019 fueron muy buenos, sin compararlos con épocas pretéritas. En cifras de inversión nos situamos en los 72 millones de euros.
¿Inversión nacional o extranjera?
Un poco de todo. El cliente francés sigue invirtiendo en la isla pero ya no es el que llega para comprar grandes predios sino para adquirir una vivienda en la costa o en el interior por un precio asequible. A nivel nacional, el madrileño y el vasco han vuelto con fuerza a interesarse por la isla.
¿De qué tipo de proyectos estamos hablando?
Viviendas unifamiliares de 200 a 300 metros cuadrados que se compran para rehacer, rehabilitar o ampliar con una obra importante. Hablamos de inversiones medias entorno a los 500.000 euros entre compra y rehabilitación.
¿Hay zonas más dinámicas que otras?
La costa es siempre la costa pero Ciutadella especialmente, es la zona donde se desarrollan más proyectos. Entre otras cosas, tiene a su favor que el consistorio ha desarrollado la normativa de las Inspecciones Técnicas de Edificios que sirve para detectar las patologías que tienen las construcciones y provocan intervenciones de mejora que acaban por generar nuevos proyectos.
¿Qué perspectivas hay para este año?
Son buenas. Se mantiene la inercia, nos pensábamos que después de Navidad vendría el parón pero no ha sido así. Laboralmente está siendo un invierno productivo y me consta que hay trabajos que se están aplazando para empezar en octubre. Si se acaba confirmando todo lo que estamos viendo, parecerá como si hubiéramos pasado un bache donde habrá tenido más peso la incertidumbre creada que no la realidad.