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Dicen que encontrar mesa para cenar en un restaurante de Menorca en agosto ha sido misión imposible, pero todavía lo ha sido más para los restauradores, encontrar personal disponible.

En las páginas de anuncios clasificados de la prensa local y especialmente en las redes sociales, ha sido habitual toparse casi a diario con ofertas de trabajo solicitando camareros, personal de sala, ayudantes de cocina o cocineros para incorporación inmediata. Y es que si la isla ya arrastraba este déficit desde hace décadas, todavía ha sido más asfixiante este verano. Desde el sector se vive con preocupación y casi con angustia este tema porque se puede convertir en el talón de Aquiles que acabe echando por tierra todo el esfuerzo que se está haciendo para situar la gastronomía insular a un primer nivel, más teniendo en cuenta que el año que viene estaremos en el centro de todas las miradas como Región Gastronómica Europea.

Actualmente la oferta académica en materia turística de Menorca está compuesta por un centro privado, la Escuela de Turismo de Balears Felipe Moreno. Se completa con la formación del grado de Turismo de la Universitat de les Illes Balears en Alaior y la oferta de Formación Profesional de grado medio y superior que ofrecen en el Instituto Maria Àngels Cardona. En este sentido, hace más de 25 años que se pide para Menorca un centro de formación que pueda servir para el reciclaje de todos aquellos profesionales que llevan años en el hostelería pero necesitan actualizarse así como para todos los nuevos trabajadores que se incorporan al mercado laboral turístico pero provienen de otros sectores.

En mayo de este año el conseller balear de Educación y Formación Profesional, Martí March, avanzó durante una visita a Alaior que confiaba que este año por fin se pudieran licitar las obras del nuevo centro integrado de FP que tenía que albergar los estudios de Hostelería en la antigua terminal portuaria de Ciutadella, después que se hubiera optado por unificar el proyecto de derribo del centro y el proyecto de reforma. Una noticia que, teniendo en cuenta la demora acumulada y los diversos anuncios que se han hecho a lo largo de todos estos años de retraso, se recibió con escepticismo.

Llevamos perdido un tiempo precioso que resulta desesperante porque la apuesta por la calidad y el servicio son armas esenciales a las que no nos podemos permitir el lujo de renunciar.