La Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) ha hecho públicos unos datos bastante desalentadores: en mayo, aproximadamente 20.000 autónomos han desaparecido del mapa laboral. Esta cifra, que implica una disminución del 0,6% en comparación con el mes de abril anterior, es particularmente preocupante si consideramos que, desde 2012 no se había visto un retroceso en el número de autónomos en un mes de mayo.
ATA atribuye esta caída a varias causas: la sombra de la incertidumbre económica de una crisis que no acaba de asomar las orejas; carencia de medidas de apoyo específicas para los autónomos, y el auge de la competencia de las grandes empresas. No debemos olvidar tampoco el efecto negativo del incremento del salario mínimo interprofesional para los autónomos más modestos.
No cabe duda de que este descenso en la cifra de autónomos puede repercutir negativamente en la economía del país. No hay que olvidar que los autónomos son una pieza clave del engranaje laboral español, su contribución al crecimiento económico es significativa y se debería encender las alarmas ante la necesidad de tomar medidas para revertir la situación.
Sólo Balears (+2,4%), Canarias (+2,3%), Comunidad Valenciana (+0,9%), Andalucía (+0,6%), y Comunidad de Madrid (+0,4%), si la comparamos con el dato de mayo de 2022, han visto incrementadas sus cifras de afiliación.
Los trabajadores autónomos son una parte crucial de la economía de las Illes Balears y se encuentran en todos los sectores de la economía, desde la hostelería hasta la construcción y los servicios profesionales, por este motivo, estar a la cabeza de los datos positivos no debe llevarnos a minimizar el problema.
Ser autónomo implica un conjunto de desafíos personales únicos, especialmente en términos de inestabilidad de ingresos y falta de protección social en comparación con los trabajadores asalariados. Es por eso que es fundamental que se implementen políticas efectivas para apoyar a los trabajadores autónomos y ayudarles a superar estos desafíos.