Joan Carles Bagur Rotger y Bartolomé Capó Martí, socios propietarios y trabajadores de la empresa Bisuart Ferreries SLL con uno de los souvenirs que fabrican. | Josep Bagur Gomila

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La historia industrial de Menorca ha tenido entre sus protagonistas de cabecera al sector de la bisutería como una de las manufacturas tradicionales que durante años convirtieron a la Isla en una de las regiones más punteras de nuestro país. Es verdad que el pulso actual ya no es el que era en una lucha globalizada por la supervivencia, pero existen ejemplos de negocios bisuteros que han sabido reorientarse hacia nuevos caminos y aprovechar todo su conocimiento y su experiencia adquirida.

Uno de ellos es la empresa Bisuart Ferreries S.L., que inició su camino a finales de los años noventa como fabricante de complementos y fornituras, pero que ha sabido fusionar la artesanía del fotograbado y la tecnología láser para poder ofrecer infinidad de servicios y productos a nuevos clientes que abarcan desde el turismo al modelismo. Este año celebran su veinticinco aniversario consolidados como un negocio próspero «made in Menorca» que fabrica y exporta productos por encargo a distintos países y que ha hecho de la versatilidad su mejor arma.

ORÍGENES. Joan Carles Bagur Rotger y Bartolomé Capó Martí decidieron unir sus caminos para crear Bisuart Ferreries hace 25 años. Ambos provenían del mismo sector después de haber trabajado para la industria bisutera y empezaron su singladura pensando en la continuidad de hacer lo que habían aprendido como fabricantes de complementos y fornituras.

Confiesan que realmente no tenían muy claro si aquel rumbo era el correcto, pero su aventura zarpaba en 1997 desde un pequeño garaje en pleno centro de Ferreries. Tenían la fuerza y la ilusión, con 26 años recién cumplidos, para fabricar centenares de piezas en bruto que formaban parte de collares o de pulseras que otros montaban y ensamblaban, e incluso soñar con llegar a tener una marca propia de éxito. Una primera etapa compleja de consolidación del proyecto hasta constituirse formalmente como sociedad limitada laboral al año siguiente, y una segunda de expansión hasta 2007, cuando decidieron adquirir una nave de 250 metros cuadrados en el polígono industrial del municipio con las aspiraciones legítimas de crecer y poder contratar personal.

«Llegamos a ser seis personas en fábrica y tener una colección propia de pendientes, pero era muy complicado competir. Acudíamos a todas las ferias del sector, invertimos un montón de dinero, pero los frutos no acababan de llegar. La entrada del mercado chino fue demoledora y vimos claramente que competir por precio era imposible, había que cambiar de estrategia», explica Joan Carles Bagur.
Y el cambio llegó cuando decidieron adquirir la primera máquina láser de Menorca con la que poder cortar y grabar sobre cualquier material, una innovación muy importante respecto a lo que hacían hasta el momento sobre latón, cobre o alpaca, entre otras materias primas, ya que les permitía realizar cualquier diseño sin necesidad de moldes ni matrices. «Con esta nueva máquina podíamos hacer series pequeñas de cualquier elemento, entrando en el mundo del traje a medida, el de la personalización», explica el gerente de Bisuart Ferreries.

NUEVA ETAPA. Gracias a esta nueva actividad en la que pasaban a fusionar la artesanía del fotograbado con la tecnología del láser pudieron empezar a trabajar para sectores tan diversos como el calzado, los complementos de moda, el turismo o incluso la industria del modelismo. «El corte con láser y el grabado lo podíamos hacer sobre infinidad de materiales como el plástico, el metacrilato, el cartón, la madera, el vidrio, el cuero o la piedra, dando forma a cualquier tipo de pieza que uno pueda imaginar y personalizar, desde señalética a carteles, pasando por llaveros a plaquitas para biquinis, por ejemplo», detalla Tomeu Capó.

«Empezamos trabajando masivamente para el sector del calzado de Menorca, grabando el nombre de la marca, la talla o su procedencia en la suela de cada zapato creado por firmas de prestigio como Mascaró o en las abarcas de marcas como Mibo o Ría, por ejemplo» comentan los propietarios. Pero como las posibilidades eran muchas, también pasaron a marcar el rótulo de hoteles o de restaurantes sobre plástico o latón. «Nunca abandonamos del todo al cliente bisutero, pero poco a poco nos fuimos abriendo a otros distintos como unos clientes del sur de España para los que les empezamos a fabricar peinetas de latón que cortábamos y dábamos forma. El cliente nos mandaba el dibujo o el diseño y nosotros nos encargábamos de todo el acabado», explica Joan Carles Bagur.

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Con el paso del tiempo fueron invirtiendo en más maquinaria de corte láser para ampliar su capacidad de trabajo y si con la primera podían disponer de un área de trabajo de 60 por 40 centímetros, en la más reciente que han adquirido hace dos años, pueden tratar piezas de dos metros, lo que les permite hacer un cartel que puede hacer un metro y medio de ancho por seis metros de largo.

EXPORTACIÓN. Actualmente la mayoría de clientes de Bisuart Ferreries está fuera de la Isla pero también han hecho muchos trabajos en Menorca, como por ejemplo, los célebres carteles identificativos del Camí de Cavalls sobre plancha roja o las placas blancas que hay incrustadas en cada hito quilométrico, que han sido grabadas mediante un proceso químico sobre un material altamente resistente.

«Trabajamos durante todo el año para empresas de Francia, Alemania, Andorra o Canarias, entre otros lugares», explica Bagur. Uno de sus principales pedidos proviene de uno de los fabricantes más importantes de maquetas de Europa en cuestión de barcos, trenes y tranvías, para el que realizan unas 400.000 piezas al año. Otro de sus grandes clientes es un fabricante de souvenirs que opera en la costa francesa, portuguesa y española, para el que fabrican cada año miles de llaveros personalizados. «Nos pasan pedidos de 10.000 en 10.000 pero cada listado lleva series distintas de nombres, que pueden ir desde las 300 piezas a las 12, por ejemplo. Esta versatilidad y esta adaptación que tenemos nos ayuda a fidelizar a los clientes y nos hace competitivos», comenta Bagur.
«Hemos llegado a hacer placas para urnas funerarias y uno de nuestros trabajos recurrente es para el fabricante de sellos de goma automáticos más importante del mundo, Trodat», añade uno de sus propietarios.

Como línea de negocio en proceso de desarrollo tienen un tienda online a través de la que comercializan algunos de los productos que fabrican, pero su intención es completarla con más referencias cuando tengan tiempo para dedicarse. Trabajo no les falta.