Los patrones adictivos se clasifican en varias categorías, entre las que destacan la acción forzada, la ingeniería social, la interferencia en la interfaz y la persistencia. Estas técnicas incluyen desde la reproducción automática de vídeos hasta las notificaciones constantes de actividad, todas ellas diseñadas para captar y retener la atención del usuario.
Estas prácticas no solo explotan vulnerabilidades psicológicas, sino que también pueden infringir principios fundamentales del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), tales como la transparencia, la minimización de datos y la licitud del tratamiento de datos personales.
El uso intensivo de estos patrones adictivos permite a las plataformas recolectar grandes cantidades de datos personales, que son utilizados para crear perfiles detallados y predecir comportamientos futuros, intensificando aún más el ciclo de adicción.
Además, el impacto de estas prácticas es especialmente preocupante en los más jóvenes, quienes son más susceptibles a las técnicas de manipulación digital. Las redes sociales y las aplicaciones móviles utilizan estrategias como la gamificación y la personalización intensiva para mantener a los usuarios involucrados, lo que puede llevar a problemas como la adicción tecnológica y la ansiedad social.