El presidente de EE UU, Bill Clinton, negó ayer que su decisión de
ordenar el bombardeo de objetivos iraquíes tenga motivaciones
políticas y que obedezca a un deseo de evitar el proceso de
destitución en el Congreso. «Ninguna persona seria puede pensar»
que eso sea así, nadie inteligente en Washington puede creer que
«el secretario de Defensa, William Cohen, y el jefe de la Junta de
Estado Mayor, Henry Shleton, participarían en una cosa así», dijo
Clinton.
Clinton reconoció que quiere favorecer la caída del presidente
de Irak. Desde Londres, el primer ministro Tony Blair confirmó el
doble objetivo de los bombardeos y Clinton justificó las acciones
para evitar ataques iraquíes a países vecinos.
Atacar a Irak, aseguró Clinton, ha sido una decisión
«absolutamente» acertada, y añadió: «Hemos actuado como prometimos
que haríamos». Clinton recordó que en noviembre EE UU canceló un
ataque contra Irak, «cuando los aviones ya estaban en el aire»,
porque Bagdad prometió que dejaría actuar libremente a los
inspectores de Unscom, la Comisión especial de la ONU que se
encarga de verificar el desmantelamiento de armas de destrucción
masiva en ese país.
El martes, los inspectores de Unscom indicaron que no podían
cumplir su trabajo, siguió explicando el presidente, quien añadió
que si se hubiera dejado tal acción sin castigar a Sadam Husein lo
hubiera interpretado como una «luz verde» para seguir con sus
abusos.
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