El presidente de EEUU, Bill Clinton, protagonizó en la madrugada de
hoy una escena casi surrealista cuando pronunció el discurso anual
sobre el estado de la Unión ante un Congreso que lo está juzgando
por perjurio y obstrucción a la justicia, y que debe decidir sobre
su destitución.
La escena podía resultar algo incongruente porque ocho horas
antes de que Clinton llegara a la Cámara, sus abogados empezaron a
presentar su defensa en el juicio de destitución que se celebra
contra él.
Algunos legisladores republicanos anunciaron que no pensaban
asistir a la sesión conjunta de las dos Cámaras del Congreso, entre
ellos, el presidente del Comité Judicial de la Cámara Baja, Henry
Hyde, que actúa como fiscal en el juicio, y otros dos congresistas
republicanos, Tom Tancredo y Bob Schaffer.
Tancredo ha explicado que considera hipócrita aplaudir a Clinton
en un momento como este.
El liderazgo republicano ha optado por una solución menos radical:
recomendar a sus legisladores que reciban a Clinton «con cortesía»
pero que imiten durante el discurso el comportamiento de los
miembros del Tribunal Supremo, quienes asisten a la sesión pero no
aplauden ni dan muestras de aprobación.
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