TW
0
PEDRO LÓPEZ DE PABLO - BRUSELAS La OTAN intentó ayer calmar los nervios de Moscú al afirmar que no piensa invadir Kosovo, mientras sus bombardeos sobre Yugoslavia, que duran ya más de dos semanas, frenarán su cadencia en las próximas horas debido a las malas condiciones meteorológicas. El portavoz de la OTAN, Jamie Shea, salió al paso de la advertencia del presidente ruso, Borís Yeltsin, desde Moscú sobre el peligro de una Tercera Guerra Mundial, con la afirmación de que el inquilino del Kremlin «sabe que los aliados no tienen intención de enviar una fuerza terrestre que invada Kosovo».

La Alianza, acostumbrada a las frecuentes cambios de humor de Moscú, volvió a mostrase pedagógica y recordó a Rusia que la única fuerza terrestre que se desplegaría en Kosovo sería en caso de que cesen las hostilidades y para aplicar una solución política al conflicto que garantice la vuelta de los refugiados», dijo Shea. En esa fuerza «la participación de Rusia es bienvenida» como desde hace cuatro años en la SFOR -la fuerza de pacificación en Bosnia-.

Los aliados siguen depositando toda su confianza en el presidente Yeltsin, indicó. De hecho, poco antes de su declaración, Shea dijo que la información de que Moscú había ordenado apuntar sus misiles contra los países de la OTAN «había que cogerla con pinzas» porque no estaba confirmada por el Kremlin.

La Casa Blanca, por su parte, ha recibido garantías del Gobierno ruso de que Moscú no piensa intervenir en el conflicto de los Balcanes, ni apuntar con sus misiles a los países que participan en la operación aérea contra Yugoslavia. «Nos han garantizado, a un alto nivel, que Rusia no será arrastrada a participar en el conflicto de los Balcanes, y que el presidente Borís Yeltsin no ha dado órdenes para que se apunte a países implicados», dijo el portavoz de la Casa Blanca, Joe Lockhart.

Mientras, el presidente Bill Clinton acusó ayer al presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, de tratar de crear «la ilusión» de que está respondiendo a las exigencias de la OTAN, y advirtió de que la Alianza no aceptará «soluciones a medias».