El crucero lanzamisiles norteamericano Philippine Sea, y el
destructor Nicholson, protagonistas de los primeros ataques con
misiles Tomahawk contra Yugoslavia, llegaron ayer a Palma. Su
estancia coincide con sendos transportes militares surtos en la
bahía y dos lanchas rápidas. La acción de estas unidades (que
tambien participaron en los bombardeos contra Irak) está coordinada
por el mando de la OTAN, en combinación con la Sexta Flota del
Mediterráneo.
El Philippine Sea se encontraba en aguas del Adriático cuando el
pasado día 24 de marzo recibió la orden del mando aliado destinada
a atacar Yugoslavia. Aquella noche, en alerta roja, se dio la orden
de zafarrancho de combate y sus silos comenzaron a lanzar la carga
mortífera, en combinación con los bombardeos B-52.
Este buque pertenece a la clase Ticonderoga y su poderío bélico
combina los célebres misiles Tomahawk, capaces de alcanzar un
blanco seleccionado a 2.500 kilómetros con un equipo de detección
aeronaval, similar al utilizado por los aviones «espía» del tipo
Awac. Con un desplazamiento de 9.590 toneladas, mide 172'8 metros
de eslora por 16'8 de manga y 9'5 de calado. Su dotación está
compuesta por 34 oficiales y 202 suboficiales y marineros.
Le acompaña el destructor Nicholson de la clase Spruance. Ambos
navíos, al mando del comodoro J. Krenzel, combinan un armamento
mixto a base de artillería y misiles y constituyen parte de la
escolta de los portaaviones en las fuerzas de ataque. Propulsados
por turbinas de gas, capaces de imprimir una potencia de 80.000
caballos de vapor, alcanzan velocidades superiores a los 30 nudos.
Su autonomía de navegación asciende a 6.000 millas a 20 nudos.
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