La OTAN tuvo por fin su hora de gloria, aunque más breve y menos
vistosa de lo previsto, para celebrar los éxitos de su pasado y sus
proyectos de futuro, en una ceremonia en la que dejó claro que no
admitirá conflictos como el de Kosovo en la nueva Europa. Los 19
países de la Alianza se volvieron a reunir en el edificio que la
vio nacer, hace 50 años, para celebrar su victoria pacífica frente
al Pacto de Varsovia y su propia reinvención para continuar siendo,
en el siglo XXI, una organización clave en la seguridad
internacional.
Kosovo no pudo dejar de estar presente en el acto del Auditorio
Mellon, en el que los 19 países aliados recordaron que ese
conflicto atenta contra sus valores fundamentales y la estabilidad
europea, objetivo primario de la existencia de la OTAN. «La Alianza
Atlántica demuestra que no se contenta con proclamar valores
comunes, sino que está dispuesta a defenderlos cuando están
amenazados», afirmó el secretario general de la Alianza, Javier
Solana, acerca de Kosovo.
«Estamos en Kosovo fundamentalmente porque la Alianza no tendría
razón de ser en el futuro si permitiese una masacre a sus puertas»,
dijo por su parte el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton.
Para el primer ministro británico, Tony Blair, derrotar a las
fuerzas del totalitarismo y la intolerancia «es el mejor
aniversario» que la Alianza podría tener.
Pero la ceremonia no dejó de recordar que la Alianza nació en
1949 como respuesta a una Unión Soviética dirigida por Stalin que
extendía un imperio por Europa Central y del Este, en lo que ya era
el comienzo de la Guerra Fría.
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