Decenas de personas han sido detenidas entre el pasado jueves y
ayer y alrededor de 130 en el último mes, en un amplio despliegue
policial, que ha cortado de raíz cualquier intento de conmemorar
por parte de los disidentes el décimo aniversario de la matanza de
Tiananmen.
Esta redada policial, que tuvo lugar simultáneamente en varias
provincias y ciudades importantes del país, es la respuesta a una
consigna del presidente Jiang Zemin, quien pronunció esta semana un
discurso «conmovedor» pidiendo a sus ciudadanos «contención y
estabilidad».
«La estabilidad es clave para la consolidación del desarrollo
político y económico del país», subrayó Jiang, poco después de que
su Gobierno emitiera un comunicado afirmando que la intervención de
los carros de combate en la plaza de Tiananmen «fue necesaria para
acabar con brotes de insurrección».
Con esta sentencia, que muestra el retroceso y la dureza de
Pekín, el régimen comunista volvió a lanzar una nueva redada contra
los demócratas y, según el Centro de Información de Derechos
Humanos y Movimiento Democrático en China, las protestas de este
año han sido aplastadas sin contemplaciones.
Este año el epicentro de las protestas se desplazó a la ciudad
de Hangzhou, donde fueron detenidos en los dos últimos días trece
activistas que pedían la liberación de los presos políticos, más de
dos mil, según Amnistía Internacional (AI) y justicia para las
víctimas de Tiannamen.
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