El círculo comienza a cerrarse en torno a los posibles culpables de
la contaminación con dioxina en Bélgica, tras el arresto ayer del
propietario de Fogra, la firma de reciclado de aceites que exportó
a España. Esa empresa podría ser la causante de la contaminación,
aunque tampoco se descarta que su cliente Verkest, compañía
dedicada también al tratamiento de las grasas, sobre la que
recayeron las primeras sospechas, esté exenta de toda
responsabilidad.
El Gobierno de Bélgica emitió ayer un comunicado, que no ofrece
dudas pese alas diferentes interpretaciones que dan los expertos.
Según el Ejecutivo belga, la mezcla de aceites de motor y aceites
reciclados de frituras ha sido el origen del escándalo de las
dioxinas. Los análisis, según Bruselas, confirman que la
contaminación salió de la empresa Fogra, que vendió las dioxinas a
un fabricante de pienso. A partir de ahí más de mil explotaciones
belgas de animales se vieron afectadas. El parqué de Gante
(fiscalía), que investiga el caso, informó de los análisis
efectuados en los últimos días sobre los aceites de Fogra. La
investigación recoge, sin embargo y contrarios a la contundencia
del Gobierno belga, algunos misterios ya que análisis realizados
con anterioridad daban como resultado una presencia de dioxina
mucho más baja.
El misterio es aún mayor si se tiene en cuenta el comunicado que
las autoridades belgas enviaron la semana pasada al ministerio de
Agricultura español, en el que se decía que no existía ninguna
evidencia que probara que dichos aceites son peligrosos. Fogra
envió a España, entre finales de mayo y principios de junio, 140
toneladas de aceites de fritura para la elaboración de piensos,
exportación que se concentró en Catalunya.
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