Marruecos dio ayer el último adiós a Hasán II, quien falleció el
pasado viernes, en un funeral multitudinario, que reunió a jefes de
Estado y de Gobierno de todo el mundo. Más de un millón de personas
y dignatarios de 53 países se congregaron en Rabat para despedir al
soberano que rigió los destinos del país durante los últimos 38
años.
Se dieron cita en Rabat los máximos dirigentes de los países
musulmanes, con la excepción del presidente libio, Muamar al
Gadafi, el iraquí, Sadam Husein, el sirio Hafed el Asad, y el rey
saudí Fahd, quienes sin embargo enviaron importantes delegaciones
de sus respectivos países. También acudieron los presidentes de EE
UU, Bill Clinton; Francia, Jacques Chirac; Italia, Carlo Azeglio
Ciampi; Egipto, Hosni Mubarak, y el de La Autoridad Nacional
Palestina, Yaser Arafat, así como el primer ministro israelí, Ehud
Barak, el Rey de España, Juan Carlos I, y el presidente del
Gobierno español, José María Aznar, entre otros.
Las honras fúnebres se iniciaron con el levantamiento del
cadáver en el palacio real por el primogénito del rey desaparecido
y sucesor en el trono, Mohamed Ben Al Hasán, su hermano, el
príncipe Muley Raschid, y otras personalidades.
Hacia las 16.30 (hora española), el cortejo fúnebre se puso en
marcha hacia el mausoleo de Mohamed V, el antecesor del monarca
fallecido, cuyos restos reposan junto a los de su segundo hijo, el
príncipe Muley Abdalá. Abría el cortejo la carroza real vacía,
seguida por el catafalco real, cubierto por un tapiz bordado con
versículos del Corán y conducido a bordo de un vehículo
militar.
Seguían la marcha los miembros varones de la familia alauí, el
Gobierno y altos dignatarios, mandos militares, gran parte de los
invitados extranjeros y personal del palacio, hasta un total de más
de mil personas. El Rey de España, Clinton y Chirac abrían el
séquito detrás de Mohamed VI. El cortejo llegó al mausoleo a las
17.30 y frente a él, ante el catafalco depositado sobre una
alfombra tendida en el suelo, se pronunciaron oraciones de
difuntos.
JUNTO A SU PADRE
Tras la oración del exterior, la tercera de la jornada («Ad-Asr»),
el féretro fue conducido al interior del mausoleo, donde de nuevo
se recitaron versículos del Corán, seguidos por los miembros de la
familia real y las máximas autoridades del país, sólo un extranjero
pudo entrar, Arafat. Sobre las 18.30 Hasán II fue enterrado
envuelto en una túnica banca mirando hacia la Meca, junto a la
tumba de su padre.
Ahora, todos los ojos se dirigen hacia el nuevo rey Mohamed VI,
quien se ha encontrado de la noche a la mañana al frente de un país
lleno de miedos pero también de esperanzas. Mohamed Ben Al Hasan es
considerado un hombre de talante abierto, más inclinado que su
padre a pactar con fuerzas progresistas, a las que ha dirigido
ciertos guiños en los últimos años, por lo que muchos esperan que
profundice en la tímida democracia.
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