El primer ministro ruso, Vladimir Putin, denunció ayer que el
terrorismo chechén es un instrumento empleado y financiado por
extremistas islámicos internacionales para arrebatar a Rusia el
Cáucaso y hacerse con el control de sus riquezas. En una entrevista
a la televisión estatal, Putin esgrimió la «agresión directa del
terrorismo internacional contra Rusia» para llamar a toda la
sociedad y a la clase política rusa a consolidarse en torno al
Gobierno, y prometió «no ceder» ante el extremismo.
Según el jefe del Gobierno, la rebelión islámica en Daguestán y
la oleada de sangrientos atentados en Moscú y otras ciudades rusas
son «intentos de terroristas internacionales de atemorizar a la
población y paralizar a la dirección política del país». Moscú dio
ayer por «prácticamente aplastada» la sublevación en Daguestán y el
Ejército federal prosiguió estrechando el cerco en torno a
Chechenia concentrando soldados en su frontera, con el fin de
«aislar» a la rebelde república mediante un duro «cordón sanitario»
a lo largo de sus fronteras.
Por otra parte, al menos dos personas, entre ellas un niño,
fueron heridas hoy, domingo, al estallar una bombona de gas en un
apartamento de la capital rusa, informó la Policía de Moscú. La
detonación, que tuvo lugar en un edificio de viviendas al este de
la capital, hizo derrumbarse el piso de la cuarta planta del
inmueble, donde asimismo estallaron los cristales de todos los
apartamentos vecinos.
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