Una mujer besa un pilar de la iglesia del Santo Sepúlcro de Jerusalén, que ayer, como el resto de templos religiosos cristianos de Tierra Santa, permaneció cerrado.

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EFE - NAZARET El conflicto religioso llevó ayer a un aumento de la tensión entre Israel y el Vaticano, pocos días después de que se anunciase oficialmente que el Papa visitará por primera vez Tierra Santa en marzo próximo. Las declaraciones del portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, acerca de que la decisión israelí de autorizar la construcción de la mezquita junto a la Basílica de la Anunciación era una forma de ahondar las divisiones entre musulmanes y cristianos tuvo una rápida respuesta.

El Gobierno de Israel rechazó, en un comunicado, las declaraciones del portavoz de la Santa Sede, y dijo que «recuerdan a una vieja costumbre de señalar con el dedo a la parte equivocada». Se recuerda que «el Gobierno de Israel es sensible a los sentimientos de todos los ciudadanos y al derecho de éstos a practicar su fe y celebrar su culto» y por ello autorizó construir la mezquita.

También recuerda que el propio Consejo Islámico de Jerusalén (dominado por la autoridad palestina), intentó evitar la ceremonia de ayer, pero fue rechazado por el Movimiento Islámico de Israel. Varios miles de fieles musulmanes se congregaron en el solar donde debe levantarse la mezquita del imán Shihab-e-Din, a pocos metros de la Basílica de la Anunciación de Nazaret para la ceremonia en la que se puso simbólicamente la primera piedra, pero fue patente la ausencia de personalidades.

La cifra de asistentes estuvo muy por debajo de las 20.000 o 30.000 personas que esperaban los organizadores, y entre las ausencias más significativas estuvo la del Mufti de Jerusalén, un cargo nombrado por la Autoridad Nacional palestina (ANP) de Yaser Arafat. Sólo los líderes del Movimiento Islámico de Israel, promotores de esta edificación, y algunos miembros árabes del Parlamento israelí asistieron al acto, que se celebró mientras todas las iglesias y santuarios cristianos de Tierra Santa cerraban por segundo día sus puertas en señal de protesta.