Ricardo Lagos, acompañado de su esposa, saluda desde el balcón del Palacio de La Moneda.

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EUROPA PRESS/EFE - SANTIAGO En su primer discurso desde el balcón del palacio presidencial, Lagos, que el sábado por la mañana fue investido como presidente, tuvo que esperar a que los más de 10.000 chilenos apostados en la Plaza de la Constitución se cansaran de gritar «juicio a Pinochet, juicio a Pinochet» para poder decir sus primeras palabras.

Tras una pausa, en la que el Presidente no intervino a causa de los gritos, Ricardo Lagos señaló que su compromiso principal es con el bien de Chile y afirmó, al recordar a sus antecesores, que «uno de esos (presidentes de la República) dejó su vida en este lugar (La Moneda) y merece nuestro respeto».

Culminó esta frase con una ovación de los asistentes, que cambiaron sus gritos de «queremos justicia» por «se siente, se siente, Allende está presente», haciendo alusión al médico socialista que murió durante el bombardeo a La Moneda cuando el general Pinochet dio el golpe de Estado en 1973.

«Los invito a trabajar para que esta casa sea un símbolo universal de la capacidad del hombre de vivir respetando los derechos de otro hombre». Visiblemente emocionado, pero con voz firme y clara, Ricardo Lagos enfatizó que «el destino ha querido que sea el primer presidente de este siglo», señalando que su administración de seis años tendrá una visión de futuro.

El discurso fue breve y culminó con una gran ovación por parte de los asistentes, que se prodigaron con los silbidos cuando Lagos señaló que es el presidente de todos los chilenos, incluso de aquellos que son de derecha o que no están interesados en la política.

La derecha chilena ensalzó el deseo del nuevo gobernante, Ricardo Lagos, de buscar el reencuentro en el país, pero calificó de «desafortunado» el recuerdo que hizo del sangriento golpe que hace 27 años derrocó a Salvador Allende.

Lagos, que llegó al poder respaldado por la coalición entre democristianos y socialistas que ha gobernado en Chile desde que el país recuperó la democracia, en 1990, pidió a sus ciudadanos que promuevan el «reencuentro», buscando «la verdad, la justicia y el respeto a los derechos humanos».