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MARTA RULLÀN - ROMA
El primer ministro Massimo D'Alema, que ha asumido su
responsabilidad personal en la derrota de unos comicios en los que
Silvio Berlusconi se ha impuesto en ocho regiones y ha confirmado
su ascensión ante las generales de 2001, deberá consensuar a los
miembros de la coalición progresista que lidera y cuyas diferencias
han sido en buena parte responsables del fracaso electoral. La
opción de adelantar las legislativas, entonada a coro por la
oposición y exigida por el magnate Berlusconi, sería «un grave
error», según afirmó anoche D'Alema en sus breves declaraciones
efectuadas al término de la reunión con el presidente Carlo Ciampi.
El primer ministro «en funciones», que ha definido su gesto como
«un acto de sensibilidad política y no un deber institucional»,
explicó que disolver las Cámaras ante el referéndum para la reforma
electoral que se celebrará el 21 de mayo impediría «aprobar una ley
necesaria para la estabilidad del país». Las elecciones anticipadas
son, sin embargo, la única solución posible para la oposición
conservadora, compacta en torno a Berlusconi y a sus dos
principales aliados en estos comicios, el ex secesionista Umberto
Bossi, cuyo apoyo ha sido fundamental en el norte, y el derechista
Gianfranco Fini, líder de Alianza Nacional, el partido más votado
en la región del Lazio y en su capital, Roma.
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