El socialista Giuliano Amato juró ayer como nuevo primer ministro
italiano, junto al resto de su Gobierno, antes de someterse a la
confianza del Parlamento para hacer frente a la ardua tarea de
agotar los once meses que restan de legislatura.
Con la asunción formal del cargo, Amato dio un paso más hacia la
solución de la crisis abierta hace diez días con la dimisión al
frente del Ejecutivo del ex comunista Massimo D'Alema, tras la
derrota del centroizquierda en las elecciones regionales.
Ante el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi,
desfilaron, junto a Giuliano Amato, los 24 ministros que integran
el 58 gabinete desde la postguerra, caracterizado por la
continuidad y con sólo cinco rostros nuevos.
La larga lista de cargos ministeriales, tan sólo uno menos que
en el último Gobierno D'Alema, pone de manifiesto el primer fracaso
de Amato, que no logró cumplir el objetivo marcado por el jefe del
Estado de reducir sensiblemente el número de departamentos.
Entre los ministros que juraron su cargo no estaba el verde Edo
Ronchi, que presentó su renuncia el martes al no aceptar el cambio
de la cartera de Medio Ambiente, que había llevado con éxito, por
la de Política Comunitaria.
La obligada sustitución de Ronchi subraya las dificultades a las
que ha tenido que hacer frente Amato para cerrar en cuatro días un
Gobierno mediatizado por las disputas internas de los ocho partidos
que conformarán la nueva mayoría parlamentaria.
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