El republicano George W. Bush tiene que replantearse su estrategia
ya que, según las encuestas, va diez puntos por detrás de Al Gore y
la historia demuestra que nadie que pierde así a dos meses de las
presidenciales de EE UU ha conseguido ganar en noviembre, al menos
desde hace 50 años.
Aunque los expertos indican que todavía la campaña puede dar
muchas vueltas y, respecto a las estadísticas históricas, reconocen
que son las excepciones las que confirman la regla, lo cierto es
que el panorama político de la campaña de Bush es bastante menos
brillante que el de su contrincante demócrata Gore.
El vicepresidente Gore, que justo antes de la Convención
Demócrata de los Angeles, a mediados de agosto, era un candidato en
busca de definición, parece haber encontrado la medida de su
discurso y ha conseguido, incluso, vencer su rigidez y su frialdad.
En estos momentos está sorprendiendo a propios y extraños hasta el
punto que, según las encuestas, va ganando terreno día a día a su
rival republicano.
Los expertos creen que en las filas de Bush hay una genuina
preocupación que ha llevado a sus asesores a desplegar toda una
ofensiva de ataques contra Gore que los republicanos justifican
como «la respuesta a una campaña contra Bush».
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